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Los ataques infundados de Donald Trump contra la OMS

Como consultor internacional de salud pública, he llevado a cabo varias misiones de salud pública para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en América Latina y el Caribe. Soy consciente de las deficiencias de la OMS, pero también de su contribución a la salud mundial. Los comentarios y acciones del presidente Donald Trump con respecto a la OMS son contraproducentes y constituyen una barrera para la salud de las personas, especialmente durante la pandemia del coronavirus.

Médicos por los Derechos Humanos (Physicians for Human Rights) (PHR), una organización líder en derechos humanos, pidió recientemente al presidente Trump que detenga sus ataques contra la OMS y emitió una declaración donde dice: “PHR y nuestros socios están pidiendo a los miembros del Congreso que ejerzan su poder para evitar que el presidente retire su membresía de la OMS y recorte fondos para esa organización que desempeña un papel fundamental en la prestación de asistencia global, coordinación y preparación a los sistemas de salud nacionales y desempeña un papel importante en el desarrollo de vacunas».

Después de haber llevado a cabo misiones de salud en más de 50 países, descubrí que de todos ellos, solo en los Estados Unidos no se tiene conocimiento sobre el trabajo de la OMS. Tal vez esto sea un reflejo de una de las deficiencias de la OMS: la falta de efectividad con que la agencia informa a los medios sobre su contribución a la salud de las personas en los países en desarrollo.

La OMS es una agencia especializada de las Naciones Unidas cuyo objetivo principal es «el logro por parte de todos los pueblos del más alto nivel de salud posible». Fue establecida el 7 de abril de 1948, que se conmemora como el Día Mundial de la Salud, y ha estado en funcionamiento desde entonces. Tiene su sede en Ginebra, Suiza, y cuenta con 150 oficinas en todo el mundo.

El amplio mandato de la agencia incluye abogar por la atención médica universal, coordinar las respuestas a emergencias de salud, monitorear los riesgos para la salud pública, ayudar a los países en cuestiones técnicas, establecer estándares y pautas internacionales de salud, realizar evaluaciones sobre temas de salud global y desarrollar estadísticas de salud. También sirve como foro para reuniones cumbres sobre temas de salud de actualidad.

El trabajo de la OMS, en colaboración con otras organizaciones como UNICEF, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los EE. UU. (CDC) y otras organizaciones, ha tenido logros importantes, como la erradicación de la viruela, cuyo último caso registrado fue en Somalia en 1977, el desarrollo de una vacuna contra el ébola y un trabajo sostenido sobre la pandemia del VIH/SIDA.

En todo el mundo, y a menudo en colaboración con UNICEF, la OMS ha llevado a cabo campañas masivas de vacunación contra enfermedades comunes. Gracias al Global Vaccination Drive, la polio está ahora al borde de la extinción. En las Américas, la OPS ha contribuido a crear Días de Tranquilidad, una brecha en las hostilidades, que permitieron la vacunación de cientos de miles de niños durante los períodos de guerra que asolaron los países centroamericanos.

En la década de 1980, la OPS acuñó el término Salud Como Un Puente Para la Paz, basado en la integración de estrategias de construcción de paz en el desarrollo del sector de la salud en países en conflicto. Como programa, más tarde fue adoptado por países como Mozambique, Croacia, Bosnia, Sri Lanka y Angola.

Durante los años setenta y ochenta, la OMS tuvo un papel fundamental en hacer de la salud mental un tema central de preocupación para las personas y los gobiernos, lo que condujo a una mejor comprensión y tratamiento de estas enfermedades. En 2001, cuando Gro Harlem Brundtland, tres veces primer ministra de Noruega fue Director General de la OMS, la OMS publicó el libro Salud Mental: un llamado a la acción de los ministros de salud mundiales, que estableció la agenda para tratar de manera más efectiva los problemas de salud mental.

A fines de la década de 1990, a pesar de las enormes presiones comerciales, la OMS combatió la industria del tabaco. Esto condujo a un innovador Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco que se adoptó en 2003. Millones de vidas se salvaron gracias a la OMS por incluir este tema como un problema de salud primordial en la agenda de salud internacional.

En 1998, en el cincuentenario de la fundación de la OMS, su Director General destacó los avances en la supervivencia infantil, la reducción de la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida y la reducción de las tasas de enfermedades como la viruela y la poliomielitis que habían afectado la vida y la supervivencia de millones de niños en todo el mundo.

Estos son solo algunos de los logros de esta organización, y no incluyen todas las asociaciones de trabajo con otras organizaciones que ha desarrollado a lo largo de los años. La OMS está lejos de ser una organización perfecta. Tiene una burocracia agotadora y una deferencia hacia los líderes políticos, incluso en tiempos de crisis. Pero, como cualquier otra organización de este tipo, es tan buena como sus estados miembros quieren que sea.

No es ético que el presidente Donald Trump retire el apoyo de la OMS en un momento crítico de la historia del mundo, cuando una pandemia de enormes proporciones amenaza la supervivencia de millones de personas. Como ha declarado Médicos por los Derechos Humanos, «El presidente Trump está poniendo vidas en riesgo en lo que puede ser un intento de desviar la atención sobre la incapacidad de su administración en enfrentar la pandemia del coronavirus”.

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