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Paola Maita
Christmas Lights, 1/1/20111

Lo que no fuimos

Sin casi temor a equivocarme, aposté que las navidades pasadas serían las más tristes en la historia contemporánea de Venezuela, y lamentablemente tuve razón. Además de las razones sociales y económicas archireconocidas, para mí quizás fueron las últimas navidades que pasaré en Venezuela en mucho tiempo, y digo «quizás» sólo por no someterme al peligro de los juicios absolutos y poder acogerme a la cómoda sombra del relativismo.

En medio de todo eso, este año tuve un interesante reencuentro con alguien que no veía desde que tenía unos 6 ó 7 años. El ex novio de mi prima mayor estuvo de visita en una de nuestras casas. A pesar que han pasado poco más de 20 años, desde la última vez que lo había visto, y que estábamos en medio de este sombrío ambiente general, fue un lindo “como si”. No, no un reencuentro, un “como si”, porque me hizo pensar sobre las posibilidades de aquello que no ocurre. Por un instante imaginé nuestra vida familiar de haber resultado él mi primo político, ¿qué sería diferente? ¿Habrían cosas que seguirían iguales?

Aquellos que han visto la película Mr. Nobody (2009) pueden tener en su cabeza la imagen fresca de las posibles múltiples vidas que puede vivir alguien según las puertas que se abren y cierran con cada decisión que tomamos; pero no sé si alguien que no haya visto la película comprenda lo crucial de esto. Ahí estuve, dialogando y riendo con el que pudo haber sido mi primo político al mismo tiempo que contemplaba un diciembre medio muerto, sin niños patinando o en bicicleta en la calle. ¿En qué clase de mundo paralelo estuve?

Me habría encantado que esta navidad hubiese sido un poco más memorable, más parecida a la Venezuela de esa infancia a la que pertenece el primo que no fue y menos de esta adultez tan socialista del siglo XXI.

Este año, si todo marcha bien, dejaremos de ser una de esas muy pocas familias de clase media en las que todos viven en el mismo país y pasaremos a ser una más de las muchísimas que están desperdigadas por el mundo. Así como él, el primo que no tengo; no tendré la familia que se reúne completa en sus navidades en el mismo lugar a partir de este año.

Si la ansiedad representa un exceso de preocupación por el futuro y la depresión por el pasado, ¿en qué limbo cósmico estará situada la preocupación por lo podría haber sido? Supongo que en ese de la familia que no tenemos. A pesar de todo, a tu salud, casi primo.


Photo Credits: John Tornow

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