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Las redes sociales: los dioses de los mirones sin ilusión

Los medios de comunicación son más poderosos de lo que pensamos: ellos definen nuestra realidad. Si el evento no fue lo suficientemente importante o no vende, nunca ocurrió. Si un acontecimiento no es noticia, nunca pasó. Hay una cínica verdad que hoy en día es innegable: los medios de comunicación —tradicionales o digitales— juegan a ser Dios.

Esto lleva funcionando así desde hace décadas, pero en la actualidad su papel ha cambiado: las redes sociales son las que reinan el paraíso de estos: los dioses de la comunicación. Tras la fuerte crisis de credibilidad hacia los medios tradicionales por sus constantes manipulaciones a la sociedad, las personas acuden a las redes sociales para creer en blogueros en vez de confiar en los periodistas. Para escuchar a sus similares en vez de a los expertos. Como si un paciente de cáncer se cansara de la medicina tradicional en los hospitales y se fuese, con toda la esperanza y seguridad, a curarse con un brujo de medicina alternativa que le recomendó su tía. Este brujo la mayoría de las veces puede manipular sin principios a su paciente.

Lo mismo sucede con la información en redes sociales: el usuario sin tener suficiente conocimiento de cómo funcionan estas nuevas herramientas se deja llevar por ellas, creyendo —sin leer— lo que aparece en pantalla. Tampoco se toma el tiempo de verificar el excesivo flujo de información. Así la sociedad puede ser fácilmente engañada por medios alternativos o incluso, seguir las voces de quienes, tal vez, no son los más indicados para escuchar. La saturación de información —verdadera o falsa— nos desinforma.

Nos creemos expertos de las redes sociales, pero no estamos conscientes de cómo funciona esta poderosa herramienta que tenemos en nuestras manos. Éste es un problema al que hay que prestarle mucha más atención. Navegamos en ellas como si fuesen aguas conocidas, sin saber lo que hay en sus profundidades. Los algoritmos juegan un papel esencial en las redes sociales y la mayoría de los internautas ni siquiera saben qué son. Éstos son programas de cálculo matemático que se alimentan del big data, buscan resolver el problema de la sobreinformación. Los algoritmos son una especie de cerebro artificial que filtra y decide por uno qué va a aparecer o no en el feed de las redes sociales fundándose sobre las anteriores búsquedas. Es decir, se basa en el pasado para predecir el futuro.

«Saber que una ardilla se muere en tu jardín puede ser más relevante en este momento para tus intereses que saber que muere gente en África» dijo Mark Zuckerberg, en una conferencia sobre Facebook. Justamente de eso se tratan los algoritmos: muchas veces sorprenden al usuario cuando en ocasiones adivina lo que está en su mente. Nos ofrecen contenido personalizado a través de filtros, así nos mantienen enganchados a la red. El activista de internet, Eli Pariser, en un TED Talk advierte sobre este tema, “la burbuja de filtros es el universo propio, personal, único, de información que uno vive en la red. Y lo que haya en la burbuja de filtros depende de quién uno es, y de lo que uno hace. Pero la cosa es que uno no decide qué es lo que entra. Y, más importante aún, no vemos qué es lo que se elimina.” (2011)

Nos crearon un cerebro artificial que decide lo que se supone que nos debería de gustar o interesar, han apagado la chispa de la curiosidad. Pero, ¿qué sucede si siempre nos

mantenemos leyendo sobre la ardilla muerta del jardín? ¿cómo abrirnos a un mundo de posibilidades si nos quedamos mirando lo mismo? ¿cómo enriquecer las ideas si estandarizan el debate y las opciones? Sin saberlo, nos hemos convertido en rehenes de las redes sociales.

“Tenemos una superrepresentación de los media, pero ninguna imaginación verdadera. Todo eso para nosotros es obsceno, puesto que a través de los media está hecho para ser visto sin ser contemplado. Ni espectadores, ni actores: somos unos mirones sin ilusión” escribió Jean Baudrillard (1983), filósofo y sociólogo francés sobre los medios de comunicación de los años ochenta. Hoy su crítica es más vigente que nunca.

Otro de los problemas que generan los algoritmos es la creación de ilusiones de mayorías que no existen. Uno de los casos fueron las recientes elecciones en los Estados Unidos. Por ejemplo, las redes sociales de un simpatizante de Trump que siempre se informa a través de Fox News y publica contenido a favor del mandatario estadounidense, nunca saldrá de su círculo vicioso. Los algoritmos, en automático, van a filtrar la información que aparecerá en pantalla para el usuario, basándose en sus búsquedas y excluyendo las noticias en contra de Trump o incluso, reduciendo la aparición de publicaciones de sus amigos en redes que no están a favor del magnate. En ese caso, el sistema generó la ilusión de que una mayoría apoya a Trump. Esto puede cambiar la manera de percibir la realidad, ampliando la brecha ideológica y manipulando la opinión e imagen pública del presidente norteamericano para quienes se ven impactados por este algoritmo.

Por otra parte, hay un elemento muy importante que está sucediendo en el mundo de la comunicación: los medios tradicionales ya no tienen la credibilidad de antes. Ahora las personas recurren a las redes sociales, compartiendo, sin cesar, las noticias sin verificarlas. Hay una epidemia de noticias falsas y los mismos usuarios la están propagando. Los políticos con una dudable ética, están aprovechando la epidemia a su favor, su intención es manipular la opinión pública a punta de mentiras. Las famosas “Fake News” de Trump, también fueron una de las estrategias del mandatario para llegar al poder fácilmente. Durante la época electoral se crearon numerosas noticias falsas y rumores que desestabilizaron a los medios tradicionales. Muchos de los electores decidieron abstenerse por el simple hecho de no tener claridad de qué era verdad y qué era mentira sobre cada candidato.

La realidad está fracturada por esta nueva y poderosa tecnología que no sabemos utilizar. Estamos atrapados en ella, somos sus rehenes. Los algoritmos crean el espejismo de la realidad que deseamos. Las noticias falsas están haciendo que la sociedad pierda la noción de lo real. Según Aristóteles, la tiranía se basa en tres supuestos: que los súbditos piensen poco; que desconfíen unos de los otros y que se hallen imposibilitados de actuar. ¿Serán las redes sociales los nuevos tiranos?

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