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Las escenas imposibles

Cuando decimos que algo es imposible, es porque creemos que eso no puede ocurrir en la realidad tal como la percibimos. Como el concepto de lo que es real es variable entre las personas, lo que puede ocurrir o no también lo es.

En estas últimas semanas, me ha tocado vivir dos escenas que antes creía imposibles.

 

La despedida y la boda de la otra

Una de las amigas que tengo en este momento es la ex novia de uno de mis ex novios, es decir: Yo fui novia de X, terminamos, él se empató con ella, se iban a casar, terminaron y ahora somos amigas. Más allá de compartir una ex pareja, nos une la gran cantidad de similitudes que tenemos. Bueno, no por nada tuvimos un gusto en común.

Hace unas semanas, fui a su despedida de soltera y luego a su boda civil. Debo decir que no sólo fui a estos eventos, sino que me emocioné de saber que había conseguido a la persona con la que quería pasar el resto de su vida. Cuando estaba ahí, le comentaba que era gracioso a donde habíamos llegado considerando donde habíamos comenzado. Si me hubiesen preguntado hace unos tres años que si yo podría estar allí, habría dicho que era una locura, no porque la odiase o algo así, sino porque una amistad entre nosotras parecía imposible en ese entonces.

 

La victoria de la oposición

En las elecciones parlamentarias que sucedieron el 06/12 en Venezuela, pasó algo en lo que muy pocos creían: La oposición no sólo ganó la mayoría simple en la Asamblea Nacional, sino la mayoría absoluta, la cual es definida por la Constitución como los 2/3 de todos los escaños. Considerando que en la última configuración ni siquiera teníamos el 50%, es sorprendente que esto de verdad haya ocurrido.

Analizar las razones políticas y económicas por las que esto se hizo posible no me corresponde a mí, una sencilla ciudadana sin más que su intuición para comprender el panorama; sino a los analistas políticos, mucho más versados que yo en este tema. En vez de eso, lo que me queda es contarle a aquellos que no vivieron el proceso lo que se sintió desde dentro.

Cuando escribí sobre esto para el artículo de la semana pasada, había incertidumbre y duda. A falta de creer en Dios, me aferré al efecto Pigmalión. Esa noche esperando unos resultados que finalmente llegaron en la madrugada, pasé por una curva emocional llena de tantas esperanzas y desesperanzas que, si la graficase, sería una montaña rusa imposible de construir sin que violase las leyes de la física.

A falta de noticias y medios de comunicación plurales, las redes se convierten en los amigos y enemigos de todos los venezolanos: no podemos dejar de revisarlas aunque nos vuelvan locos. Creo que para muchos de los que no son de estas latitudes les resultará difícil creer o comprender la fiesta de rumores que se prende en Venezuela cada vez que hay algo político importante. La tía de un amigo que es cuñado de la peluquera de la esposa de un militar de pronto se convierte en un medio oficial de comunicación. Lo sé. Parece un chiste.

El punto es que sucedió algo que no pensé que sucedería mientras viviese en este país: Ver un viraje político importante por unas elecciones.

 

Otros imposibles

Aún me quedan escenas que en la realidad que vivo hoy las considero imposibles. Algunas de ellas se harán realidad y otras quedarán flotando en mi imaginario. Evidentemente en este momento no sé cuáles verán la luz del sol, pero sé que si dejo de imaginar cosas imposibles, la realidad sólo estará llena de las aburridas.

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