Pese a su brevedad, la vida de Brigitte Reimann (1933-1973) estuvo pautada tanto por experiencias intensas como por una serie de publicaciones, cada una más experimental que la precedente. La verde luz de las estepas (Errata Naturæ, 2015) es un título aparte dentro de su producción literaria. Escrito bajo la forma de una crónica de viaje —encargada, tal y como se explica en la introducción— por la estepa rusa, es un libro que permite, antes que nada, conocer el periplo de Reimann por la Rusia comunista. No cualquier tipo de sociedad, sino la de los años sesenta, llena de optimismo en cuanto a su destino en la historia, su rol primordial en un mundo dramáticamente polarizado.
Ahora bien, lejos de transmitir su entusiasmo, tal y como sus superiores lo esperaban, Reimann manifiesta, de manera sutil, en filigrana, cuando no de forma clara, su escepticismo con respecto de ese modelo comunista que ya manifestaba algunas fisuras, grietas. Esto se evidencia, por ejemplo, en la clarividencia con la que Reimann toma distancia con respecto del furor nuclear que le muestran sus huéspedes. También en la manera como relata un proceso de urbanización salvaje que no respeta la naturaleza, degradándola sin mesura alguna.
La edición está acompañada de pasajes del diario que en paralelo llevó la autora. La lectura de ambos documentos permite descubrir la sensibilidad de la escritora frente a la historia, pero sobre todo frente a los seres humanos que cruza en el camino, así como su lucidez con respecto de su situación de escritora, de mujer en tiempos arduos. Al final, el lector se queda con la imagen de una autora de mirada insobornable.