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fabian soberon
Photo by: ajay_suresh ©

La valija y la sinfonía

Ante la imposición del realismo socialista como estética oficial, Shostakovich se repliega y prepara una valija para ir a la cárcel. El compositor está convencido de que Stalin lo enviará al encierro forzoso. 

La valija está lista, al lado de la cama, en su habitación. Mientras tanto Shostakovich termina la cuarta sinfonía y la guarda. La crítica en la revista Pravda sobre su ópera Lady Macbeth en Mtsensk es demoledora. Lo acusan de producir música formalista, decadente, o sea burguesa, opuesta a la música del pueblo.

A pesar de los embates, emprende la composición de la quinta sinfonía. En el aire turbio de su tiempo, de forma anticipatoria, Shostakovich escucha el dolor del pueblo ruso, ese dolor que se respira en el centro de la falsa gloria comunista. Un motivo principal se repite en el primer movimiento y prepara el tono trágico que inunda toda la pieza. Shostakovich compone en su música instrumental una obra lírica sobre la tragedia en el régimen soviético.  

La valija sigue intacta a su lado. La cárcel está ahí, acechante. 

La quinta sinfonía se estrena en la noche del 21 de noviembre de 1937 y es ovacionada. El sonido se impone al ruido folklórico oficial.

La prolija valija de Shostakovich espera. Pronto el riesgo disminuye. Se podría pensar que la quinta sinfonía es la respuesta a la valija, es una forma de desarmarla. La composición es una oposición indirecta y silenciosa.


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