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La silla presidencial está embrujada

Ya hace 74 años que el Principito de Antoine de Saint-Exupery tratando de entender a los adultos conversó con varios personajes: un rey prepotente, un vanidoso, un alcohólico, un farolero que tenía la consigna de iluminar su planeta, un anciano escritor, un geógrafo y un hombre de negocios. Parece que conoció a Trump y nos comparte: “conozco un planeta donde vive un señor muy colorado, que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella y que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que sumas y restas. Todo el día se la pasa repitiendo: “¡soy un hombre serio, soy un hombre serio! Al parecer esto lo llena de orgullo. Pero no es un hombre, es un hongo. Es de esos vanidosos que solo escuchan alabanzas. Cuando visitó al rey, que estaba solo a falta de colaboradores, lo nombró Ministro de justicia. Extrañado el Principito le preguntó: “¿a quién voy a juzgar?” el rey le respondió “te juzgarás a ti mismo. Es más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los otros”.

El señor colorado que vive al norte, ese que se siente dueño del planeta, que en su vida no ha hecho más que sumas y restas, se siente monarca absoluto y hasta ofendió a los de su partido, los llamó cobardes. Cree que sigue en su programa de televisión, gustoso les dice a sus colaboradores, ¡estás despedido¡ Insensible, prepotente y mentiroso dijo que el Presidente Peña Nieto le llamó para felicitarlo por su política migratoria diciéndole que han bajado los migrantes. Y el otro tirano, ese que le habla el pajarito, el loco de sur, con postura de dictador, ese que de Maduro solo tiene el apellido. Tan enfermo de poder que no le importan los muertos, los heridos y el caos en que se encuentra Venezuela, violando el derecho a la soberanía. Pero que bien hace sumas y restas, negocio redondo con despensas que compra en México para venderlas 112 por ciento más caras a los pobres de su país. Pelea en público con México y negocia en privado. Maduro llamó a México “borrego de la CIA” y la cancillería mexicana desconoció a la Asamblea Nacional Constituyente, realizada el domingo. Pero ese día llegó a Venezuela uno de los embarques de alimentos más grandes del año procedente de México, con 11 productos de la canasta básica: leche en polvo, lentejas, harina de maíz, arroz, frijol, aceite, azúcar, pastas, mayonesa, salsa de tomate y atún; productos que terminarán revendiéndose carísimos. A pesar de que 93 por ciento de las familias carecen de recursos para comprar. Maduro encontró en México la tabla de salvación para comprar alimentos a la población descontenta por el desabastecimiento generalizado, asfixiada por una inflación. Populista, cada vez más enfermo, hasta en las cajas de la despensa va impreso el rostro de Maduro y del fallecido Hugo Chávez con la leyenda: “Gran misión abastecimiento soberano y seguro”. Este par de dictadores confirman la sabiduría de Emiliano Zapata: “la silla presidencial está embrujada, cualquiera que se siente en ella se vuelve loco”.

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