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Paola Maita
Paola Maita - ViceVersa Magazine

La siembra del comandante

Hace poco se cumplió el tercer aniversario de la muerte de Chávez. Suelo detestar los eufemismos, pero debo de admitir que los chavistas se inventaron uno bastante bueno con eso de “la siembra del comandante” para referirse a la fecha de su muerte. Y es que ellos no han dejado que evolucione uno de los procesos psíquicos naturales en todo ser humano: el duelo.

Aquellos que vivimos en Venezuela, estamos habituados a ver la imagen del Comandante en todas partes, y hasta a escucharlo cantando el himno. Las primeras veces que oía esa voz de ultratumba saliendo de la radio, me daba miedo, pero ya estoy un poco más acostumbrada y ese es el error. Nos hemos familiarizado con tener a Chávez por ahí rondando, cuando la realidad es que él está muerto.

Esa ha sido una de las movidas más inteligentes, salida de las macabras cabezas revolucionarias rojas. Un movimiento político cuyo nombre ideológico toma como base el nombre de la persona que lo dirige (Chavismo), y sus seguidores se identifican con eso (chavistas), es difícil no ver los parecidos con un culto a la personalidad. Entonces, al morir el líder, muere la ideología/culto a la personalidad, porque realmente no tenía fuerza para trascender por sí misma.

Aunque sea por la fuerza, he de admitir que Chávez tenía grandes dotes de liderazgo. No entro en detalles de si fueron bien o mal utilizados, porque eso sería una revisión estéril. Basta con leer cualquier noticia de Venezuela para saber el resultado de eso. Su estrategia, muy parecida a la de Trump, por cierto; fue aglutinar a aquel sector descontento de la población, con la promesa de tomarlos en cuenta y darles poder.

Esa parte del plan la cumplió a pie de letra, pero la contraparte de ser un gran líder es el delirio de grandeza que hace olvidar lo más obvio: tú también eres humano, y como tal puedes fallar.

Kim Jong Il comenzó a preparar a su hijo un poco más de un año antes de su muerte. Fidel podía estar tranquilo con Raúl como segundo al mando, ¿Pero a quién tenía Chávez? Ninguno de lo que los rodeaba tenía un cuarto de su capacidad de atracción de masas, guardan más parecido con buitres ineptos que con líderes. Para rematar, designó como “sucesor”, como si esto fuese una dinastía, al menos hábil de ellos, por no decir nada peor del actual presidente.

Chávez es un fenómeno como pocos, corrección, fue, porque está muerto; aunque la máquina propagandística del gobierno intente hacernos permanecer en un estado de cuasi-negación de esto. No sólo torció la historia de este país que se ha convertido en un infierno tropical, sino que también alteró la historia continental. Latinoamérica entera sintió sus pasos. Todo esto puedo aceptarlo, pero lo que me parece absurdo es encontrar paisanos, aunque sean pocos, que se niegan a ver la realidad. Su líder está muerto, no sembrado. Fue una persona, no un árbol. Y nosotros continuamos nuestro camino sin él.


Photo Credits: Denis Bocquet

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