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La oposición y Maduro

La historia nos dice que las dictaduras se enfrentan con éxito a través de diferentes “caminos”, complementarios y simultáneos. Los “caminos” se dividen en presiones nacionales e internacionales, de diverso “tipo”. En el caso venezolano, la presión internacional es absolutamente vital, aunque no necesariamente suficiente. En las recientes elecciones regionales, los gobiernos democráticos le solicitaban a la oposición participar. Ahora, después del evidente fraude, el Grupo de Lima, con el apoyo de EEUU y la UE, nos dice que no puede haber elecciones reconocidas si no hay un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) y observación internacional calificada. Alrededor de esta posición debe reestructurarse la unidad de la oposición democrática. Unidad indispensable para mantener el existencial apoyo y la credibilidad en la comunidad internacional democrática. En efecto, en esta posición coinciden los partidos más relevantes como PJ, VP, AD, así como Causa R y también VENTE de Maria Corina Machado y ABP del alcalde Ledezma, que no llamaron a votar en las regionales. Quedarían fuera de este consenso, los ex gobernadores Henry Falcón y Manuel Rosales. En este caso, veremos si la totalidad de su partido, Nuevo Tiempo, lo acompañará en esta posición claramente colaboracionista. El descaro de Rosales y el régimen fue simplemente pavoroso. “Curiosamente”, el Tribunal Supremo le quitó la inhabilitación que tenía para ser candidato y el día después anuncia su candidatura a la gobernación del Estado Zulia, en unas nuevas elecciones llamadas por el régimen, después de haberle quitado la gobernación al candidato unitario Juan Pablo Guanipa, por no haber aceptado el chantaje del régimen de juramentarse frente a la ilegítima Asamblea “Constituyente”.

En varias de las dictaduras comunistas de Europa Oriental, durante la Guerra Fría, al lado del hegemónico Partido Comunista, existían partidos políticos fantoches, que por un “plato de lentejas”, como un sueldito de concejal o un “subsidio” estatal, aparentaban oponerse al gobierno. En la fenecida Alemania comunista (DDR), ridículamente llamada “democrática”, cohabitaron con el régimen totalitario, un Partido Campesino y hasta una Democracia Cristiana y un Partido Liberal, que nunca fueron reconocidos por las internacionales de esas familias políticas. Con la presencia de estos partidos colaboracionistas el régimen comunista trataba de demostrar que había pluralismo político. Evidentemente, la patraña era tan obvia que la maniobra nunca tuvo la más mínima credibilidad en el mundo democrático. Al parecer el gobierno Maduro cree posible exhumar esta fracasada táctica comunista, favoreciendo y alentando partiditos colaboracionistas en Venezuela. Por tanto, es evidente que los auténticos partidos democráticos deben apoyar la posición de los gobiernos democráticos y no participar en las elecciones municipales con este CNE. Ahora bien, en algunos municipios del país, donde normalmente la mayoría de la oposición es tan inmensa, que se le hace sumamente difícil al CNE hacer fraude, respeto la decisión individual y de las asociaciones de vecinos que llaman a votar para evitar que el régimen se apodere de las alcaldías. Aunque hay que recordar que a los alcaldes de la oposición el régimen les quita las atribuciones más relevantes, no les envía el presupuesto y si molestan mucho los encarcela u obliga al exilio. El desastre socioeconómico   del país, la trágica situación financiera del gobierno, demostrada por la incapacidad de pagar la deuda y la solicitud de su reestructuración, el aislamiento y las crecientes sanciones internacionales, crean una situación muy complicada para el régimen, que ha decidido enfrentarla aumentando los niveles de represión. La eliminación inconstitucional de la inmunidad parlamentaria de Freddy Guevara, Vicepresidente de la Asamblea Nacional (AN), que lo obligó a asilarse en la Embajada de Chile y la extrema violencia verbal de Maduro contra Julio Borges, Presidente de la AN, demuestra la deriva totalitaria del gobierno. La oposición democrática debe reencontrarse alrededor del apoyo internacional, que repito: es necesario, pero no necesariamente suficiente.

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