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Alexander Anchía
Alexander Anchía - ViceVersa Magazine

La Navidad en el siglo XXIII

La Navidad en el siglo XXIII: Pienso en una película que vi de niño y que se llamaba “Logan en el Siglo XXV”. La protagonizaba el hoy veterano actor inglés Michael York.

Echaré mi imaginación a volar para pensar en cómo podría ser, en un futuro, el período que gran parte de los occidentales consideran el más importante del año y en cómo lo celebrarían en diciembre del año 2200.

Es posible que este período sería de importancia para apenas un 33% de la población de lo que se llamaría raza humana.

Pese a que sería festivo para muy poca gente, esa poca gente lo viviría muy intensamente y probablemente mantendría el sentido original de la actividad. Ya no sería atractivo para el comercio, ni siquiera el 25 de diciembre sería feriado, probablemente lo sería solamente el 1 de enero.

Todas las cabalgatas de Reyes habrían desaparecido hace casi cien años y muchas personas seguirían en la vorágine de trabajar y trabajar. Otros tantos intentarían sustituir la festividad por alguna tradición, religión o actividad alternativa con el fin de tener un pretexto para disminuir la actividad laboral. Sin embargo lo conseguirían a medias, pues no sentirían el alivio que da la seguidilla de días festivos que vienen en combo durante esta temporada y que actualmente son al menos cinco. Con suerte estas iniciativas conseguirían un modesto puente de descanso que no sería el mismo, pues no habría igual merma de actividad laboral, como hoy día, que, en muchos países, comienza, desde el inicio de diciembre. El mes de diciembre sería prácticamente otro mes del año con alguna celebración similar a la de la Independencia y punto.

Los seres humanos que vivirían en zonas extra terrestres es decir en planetas, lunas y astros cercanos buscarían alguna rosa, planta o roca de sus respectivos planetas para adornar sus domos y espacios exteriores. El grueso de la población vería a estos pobladores como excéntricos. Si alguien que aún celebra la navidad regalara algo a uno que pertenece a la mayoría del bando que no la celebra, sería visto como raro y probablemente ni las gracias recibiría por la extrañeza.

En fin los que celebrarían la navidad serían una minoría, pero tales personas probablemente lo harían siguiendo los pasos de los cristianos originarios que dieron origen a la tradición. Adornarían antes del 24, mantendrían la decoración hasta el día de la Epifanía, festejarían en familia, compartirían pocos regalos entre sí, no existiría fiesta como hoy en día, pues al día siguiente a lo mejor habría que ir al trabajo y muchos no tendrían feriado obligatorio. Por tanto cenarían, rezarían  y se irían a acostar temprano. Los usureros se aprovecharían para quitarles los aguinaldos y salarios extraordinarios. Aparentemente sería una fecha como cualquier otra.

Mientras esperamos a que pasen casi otros ciento cincuenta años, los que podemos celebrar la navidad tratemos de disfrutar de este momento, analizándolo como una celebración perecedera en el tiempo, que podría extinguirse. Así que, antes de que eso suceda, saquémosle el más alto provecho, mantengamos un buen ánimo, leamos las historias de navidad, aprovechemos para reunirnos con amigos con los que poco hemos compartido durante el año y para realizar muchas otras actividades creativas.

A todos los estimados lectores que me han soportado durante este año, deseo agradecerles y desearles una muy Feliz Navidad y Venturoso 2018.

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