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La joven e inmadura Latinoamérica

En un viaje que hice recientemente discutía con algunas personas del por qué Latinoamérica era tan desordenada, la gente tomaba tan pésimas decisiones a nivel político y pasaban cosas tan descabelladas.

Mi respuesta fue “analízala como si fuera una amiga adolescente”.

Cuando uno es adolescente tiende mucho a tomar decisiones poco racionales guiadas más por la pasión que por la razón, el aspecto económico es irrelevante ya que por lo general es gastarse el dinero en tonterías y sobrevivir con el vuelto. Así es nuestra amiga Latinoamérica. La planificación se hace sobre la marcha, los gobernantes son expertos en “rodar la arruga” hasta que algo mejor aparezca y han hecho que “el sobrevivir con el vuelto” sea todo un arte.  

Para mí, Latinoamérica goza de ese encanto y rebeldía juvenil que todos tuvimos durante nuestra adolescencia. Particularmente, la veo que va con un caminar sensual que asombra y atrae a muchos, el sonido de su voz encanta y el brillo de sus ojos dan muestra que viene de una familia con raíces tormentosas, llena de golpes, tropiezos y personas maltratadoras que no la valoraron por lo que era ni por su potencial. 

Como cualquier chica joven, Latinoamérica ha tomado malas elecciones en el amor. Se ha juntado con chicos malos que la han lastimado, que abusaron de su inocencia e inexperiencia. Uno tras otro vienen a prometerle villas y castillos llenos de riquezas y de buena vida que terminan en saqueos a su propio corazón, a su cultura, a su pasado e incluso a su futuro. 

Políticamente hablando, Latinoamérica aún no cuenta con la preparación ni mucho menos la madurez para asumir los retos de este mundo globalizado. Es muy joven para actuar de manera objetiva y más bien termina influenciánda por otros actores que no la llevan por un buen camino. La verdad es que, nadie puede vivir a través de las experiencias de otros.

Durante la conversación que sostenía con estas personas (europeas) les pregunté ¿Cómo era Europa hace 500 años? Y la respuesta fue “llena de guerras, corrupción, maltrato, gente muriendo de hambre, enfermedades y gobernantes que se creían dioses sin preocuparse por su gente”. Esa era la Europa adolescente, su civilización era joven y torpe. Pero como todo, fue creciendo, madurando, aprendiendo de sus errores. 

Latinoamérica se encuentra ahora en ese momento y no hay nada que podamos hacer para acelerar su madurez. Al igual que la Europa adolescente, Latinoamérica enfrenta conflictos de distintos tipos, gobernantes idolatrados que no han hecho nada por el bien de nuestra amiga, gente muriendo de hambre y de enfermedades, violencia, humor desbordante y una fiesta sin parar. Porque así es ella, mezcla de contrastes.  

No podemos ni debemos comparar Latinoamérica con Europa al igual que no podemos comparar la experiencia de un anciano con la de un adolescente. 

Tal vez en 200 años Latinoamérica alcance un mayor nivel de madurez, tome mejores decisiones y pueda vivir una vida más estable, sin tanta fiesta, habiendo escogido a los compañeros de vida que la ayudarán a salir adelante y a administrar mejor sus finanzas para garantizar un buen futuro a sus hijos. 

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