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Cesar Chelala

La historia trágica de Guatemala

Las continuas olas migratorias de centroamericanos hacia los Estados Unidos no se pueden comprender a menos que se repase la historia de la relación entre esos países. En 1992, visité Guatemala en una misión patrocinada por las Naciones Unidas, para evaluar la situación de salud de los refugiados y las personas desplazadas en América Central. Estaba en Quetzaltenango, hogar de muchos mayas indígenas, donde aprendí una lección.

Había ido a visitar la histórica catedral de la ciudad cuando vi una anciana mujer maya bellamente vestida, orando arrodillada en la escalinata de la iglesia. Instintivamente tomé mi cámara fotográfica y estaba listo para retratarla, cuando la mujer se volvió hacia mí y dijo: «¡Un dólar!»

Aunque inicialmente me negué a pagarle por la foto, me di cuenta de que era su derecho de exigir una indemnización por algo que me beneficiaría. Sin intención, había querido aprovecharme de esta mujer, algo que los mayas habían estado acostumbrados durante los siglos que siguieron a la conquista española del país.

Fue en 1951, cuando los mayas tuvieron la oportunidad de reparar su situación de salud y mejorar su nivel de vida con la elección democrática del presidente Jacobo Arbenz; él instituyó una serie de reformas dramáticas para mejorar su situación y fortalecer la democracia en el país. Cuando Arbenz asumió el cargo, el 2 por ciento de la población poseía el 70 por ciento de la tierra.

Su política se enfocó hacia una reforma agraria integral. Transfirió la tierra sin cultivar de grandes terratenientes a sus pobres trabajadores, lo que les permitió encarar una granja propia. Una de las razones de esa ley, que benefició aproximadamente a 500.000 campesinos, en su mayoría indígenas, fue generar recursos económicos para financiar sus proyectos nacionales de infraestructura pública. Arbenz también instituyó el sufragio casi universal y un salario mínimo.

En el proceso, Arbenz generó la hostilidad de muchos terratenientes poderosos, en particular la United Fruit Company (UFC), que se veía particularmente afectada por las reformas de Arbenz. La compañía poseía 220.000 hectáreas, solo el 15 por ciento de las cuales se cultivaban. La tierra no utilizada cayó bajo el alcance de la ley de reforma agraria.

La respuesta de la UFC fue predecible. Comenzó una campaña intensiva de influencias dirigida a derrocar al presidente Arbenz. La compañía tenía aliados poderosos en el gobierno de los Estados Unidos, especialmente a John Foster Dulles, Secretario de Estado, y su hermano Allen Dulles, el Director de la CIA, quien además estaba en la junta directiva de la compañía.

En agosto de 1953, el presidente Eisenhower autorizó la Operación PBSUCCESS dirigida a derrocar al presidente Arbenz. El coronel Carlos Castillo Armas fue elegido para liderar el golpe que incluía sofisticadas tácticas psicológicas. Cuando advirtió que carecía del apoyo del ejército guatemalteco, el 27 de junio de 1954, Jacobo Arbenz renunció y recibió asilo político en la Embajada de México. Fue la pérdida de una de las oportunidades más importantes para crear una democracia exitosa en América Central.

La caída de Arbenz inauguró una serie casi ininterrumpida de gobiernos corruptos y autoritarios que han gobernado Guatemala. Esos gobiernos llevaron a cabo abusos sistemáticos contra la población indígena lo que explica, en gran medida, las migraciones masivas hacia los Estados Unidos.

Una brutal guerra civil comenzó en 1960 que terminó con los acuerdos de paz en 1996. Durante ese período, más de 200.000 mayas indígenas fueron asesinadas, en un régimen de terror donde se violaron a más de 100.000 mujeres, más de un millón de personas fueron desplazadas. de sus hogares, y destruida su infraestructura básica para la supervivencia. La mayoría de los culpables de los crímenes contra la humanidad ha quedado impune.

En 1999, Bill Clinton tomó el paso sin precedentes de disculparse por el papel de los Estados Unidos para apoyar la guerra que causó estragos en la estructura social de Guatemala. Su disculpa se produjo poco después de que una comisión de aclaración histórica independiente concluyó que los Estados Unidos fueron en gran parte responsables de la mayoría de los abusos de los derechos humanos cometidos durante esa guerra sangrienta.

El presidente Clinton dijo: «Es importante establecer claramente que fue incorrecto el apoyo a las fuerzas militares o las unidades de inteligencia que se involucraron en una represión violenta y generalizada del tipo descrito en el informe. Y los Estados Unidos no deben repetir ese error «. Ese error incluyó apoyo a los regímenes criminales en El Salvador, Nicaragua Honduras y El Salvador.

¿Podemos entonces sorprendernos cuando decenas de miles de personas intentan abandonar sus países en América Central en busca de una vida mejor? Los Estados Unidos no son responsables de todos los males que afectan a los países de América Central, pero es un deber de los EE. UU. mejorar la situación de los migrantes que buscan seguridad superando obstáculos increíbles.

El año pasado, después de visitar Guatemala para unirse a la comunión global de la justicia y aprender sobre las consecuencias de la guerra civil de ese país, la rabino estadonidense Suzanne Singer escribió: «Como rabino, creo en Teshuva -Arrepentimiento. Tenemos el deber de reparar las circunstancias trágicas que contribuimos a crear.”

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