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daniel campos
Photo by: Ethan McCandless ©

La esmeralda en el ónice

Las sorpresas maravillosas, las que encantan de nuevo a nuestro mundo, pueden resultar de la asociación inesperada de eventos ordinarios.

Llevo años contemplando el Lago Prospect, sobre todo desde la orilla occidental, cercana a mi barrio brooklynense. Y llevo toda la vida observando luciérnagas encenderse y apagarse. En mi niñez lo hacía en mi barrio josefino, en Costa Rica, porque aún había terrenos baldíos alrededor y, por lo tanto, extensiones de tierra y campo para que aparecieran, en época de lluvias, luciérnagas y escarabajos. En los últimos años las he observado cintilar en la oscuridad tropical de Tárcoles, en el Pacífico, en medio de mangos, limoneros, almendros, carambolas, cocobolos y cenízaros.

Este anochecer, mientras contemplaba el lago cambiar de tonos al reflejar el cobalto del cielo y el verde oscuro del bosque, vi a una luciérnaga solitaria aventurarse a volar sobre el agua, cerca de la orilla. Al encenderse, su destello verde se reflejaba en la superficie del lago, como si un trocito de esmeralda se engarzara en el corazón de un ónice.

¡Qué delicia cuando la Vida asocia dos eventos tan familiares para regalarte una experiencia inusitada!


Photo by: Ethan McCandless ©

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