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Juan eduardo fernandez
viceversa magazine

La epidemia de “la mano italiana”

Al principio cuando llegué a la Argentina no lo noté, pero al pasar un mes mi mano derecha comenzó a hacer un gesto extraño que se hacía más evidente cuando trataba de explicar algo. Y se acentuaba más cuando hacia algún reclamo.

Pensé que solo me pasaba a mí, pero después vi que a mucha gente le ocurría lo mismo y se lo tomaban natural… y es que ellos también se habían contagiado con la epidemia de “La mano italiana”. Según algunos historiadores, está epidemia llegó a Buenos Aires a principio de 1900, la trajeron los italianos dicen, y se fue propagando hasta nuestros días.

¿Cómo sabes si estás enfermo? Pues notarás que como por arte de magia y en el fragor de una conversación algo acalorada (por no decir a los gritos), los dedos: índice, medio, anular y meñique se unirán al pulgar; la mano se subirá sola a la altura de tu pecho, y comenzarás a agitarla hacia adelante y hacia atrás.

No se sabe exactamente qué la produce, algunos científicos dicen que es algo que tiene que ver con el clima porteño. También han descubierto que dependiendo del país de donde vengas, “La mano italiana” te afecta de forma distinta. No en la parte motora sino en la manera de hablar. Paso a citar algunos ejemplos:

Si eres chino y vives en Buenos Aires entonces cuando tienes la epidemia moverás la mano y dirás:

– Pelo bueno bolulo (boludo), es el plecio, si no gusta no comple!

En caso de ser chileno moverás la mano diciendo:

– Po, María Rita ese pololo tuyo no me gusta naaa!Chachai!

Ahora bien, si eres venezolano moverás la “Mano italiana diciendo”:

– Bueno chamo ¿Qué es lo que te pasa a ti?

Está epidemia no respeta edad, de hecho el otro día vi como mis hijos en una de estas discusiones entre hermanos comenzaron a agitar sus manos… pero lo más cumbre no fue eso, sino que yo empecé a regañarles para que dejaran de pelear y ¿saben que pasó?

Si, comencé a mover la mano.

Lo bueno es que de “la mano italiana” nadie se ha muerto… todavía.


Photo Credits: Les Chatfield

Photo Credits: Katie Tegtmeyer

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