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Mariza Bafile

La democracia imperfecta

El pasado 8 de noviembre los ciudadanos norteamericanos fueron a las urnas para escoger al nuevo Presidente de la República. La mayoría votó a favor de Hillary Clinton pero resultó electo Donald Trump. La democracia “por excelencia”, la que quiere proyectarse al mundo como ejemplo a seguir, mostró todas sus costuras. Una vez más, los demócratas no llegan a la Casa Blanca, aún logrando la mayoría del voto popular.

Pasó lo mismo con George Bush y no podemos dejar de pensar cuán diferente sería hoy nuestra vida, qué distinto sería nuestro planeta, si en esa ocasión hubiesen respetado el voto popular que había favorecido, rotundamente, a Gore.

No sé lo que diremos en cuatro años pensando en la ocasión perdida de estas elecciones.

Muchos analistas, politólogos, internacionalistas, han hecho exhaustivos análisis sobre las múltiples razones que llevaron a la mitad de la población norteamericana a votar por un personaje tan imprevisible como Donald Trump. Prácticamente todos pusieron en evidencia la fuerza del discurso populista, como respuesta a los grandes miedos de nuestra época. El hombre fuerte que puede resolver cualquier problema y promete una “tierra que mana leche y miel” es un imán para quienes necesitan canalizar las rabias acumuladas en años de sueños incumplidos y realidades rotas. El modelo capitalista que pasó de una sociedad de productores a otra de consumidores ha profundizado las diferencias sociales, la marginalización de enteros sectores de la sociedad, la brecha entre lo que nos han enseñado a percibir como necesario y lo que de verdad lo es y está al alcance de las posibilidades de las familias. Frustraciones todas que en muchas personas y particularmente en quienes viven en territorios aislados de los grandes centros, con escasos intereses intelectuales y estudios limitados, se transforman en una rabia sorda e irracional.

La comunicación ligada a los social media distorsiona los mensajes y, si por un lado posee el aspecto positivo de la inmediatez, por el otro ofrece una información sin filtros, sintetizada en una frase, que necesitaría de una profundización y verificación pero que para muchos se transforma en pequeños platillos que se ingieren sin reflexionar. Los partidos políticos, con todo su aparato, no logran tener la suficiente ductilidad para adecuarse a una comunicación pulverizada y, a raíz de estas elecciones, el Partito Demócrata deberá reflexionar profundamente porque es evidente que fue incapaz de escuchar y hablar a los electores de Trump.

Mucho se ha dicho y mucho se dirá sobre los por qué de estas votaciones, pero, si bien ese ejercicio sea fundamental para evitar la repetición de errores, lo más importante, por ahora, es analizar las acciones que nos tocará tomar para limitar los inevitables daños.

No podemos prever exactamente cuán negativas serán las repercusiones de una presidencia Trump para América Latina y para los muchísimos latinoamericanos quienes viven en Estados Unidos. No solamente para aquellos que no han podido legalizar su posición inmigratoria sino para cualquiera que tenga raíces latinoamericanas. Xenofobias y racismos golpean a todos por igual. Los latinoamericanos, según la encuestadora Latino Decisions, multiplicaron su presencia en las urnas y apoyaron en gran mayoría a Hillary. Votaron casi dos millones más que en 2012. Un esfuerzo que, lamentablemente, no fue suficiente para cambiar el resultado final pero que consideramos positivo y muy significativo.

Varias las consecuencias que ya se pueden prever para toda la región. La más inmediata es la que está viviendo México, país que sufrirá un ulterior desplome de la economía si Trump cumple con la amenaza de desmantelar el acuerdo de libre comercio NAFTA y poner un arancel del 35% a las importaciones provenientes de esa nación. Disminuirán drásticamente los recursos que Colombia recibe para el Proceso de Paz y el posconflicto y la distensión de las relaciones entre Cuba Y EEUU sufrirá cuanto menos una desaceleración. La actitud del neo Presidente hacia Venezuela es muy ambigua ya que apenas mencionó ese país durante su campaña y su acercamiento con Putin deja abiertas muchas interrogantes sobre la posición que asumirá realmente en el futuro. Muchas economías podrían enfrentar una fuerte contracción de concretizarse el plan de deportación masiva de inmigrantes cuyas remesas, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo, superan cada año los 65millones de dólares.

Si a todo eso le sumamos el viraje hacia los nacionalismos de derecha que está dando Europa, el panorama se tiñe de negro y tendremos que buscar formas para contrarrestar la fuerza de la violencia, la xenofobia, el racismo, la desigualdad.

Hoy más que nunca es importante tejer redes de solidaridad, construir propuestas alternativas válidas e inclusivas, repensar el capitalismo, fortalecer las plataformas de pensamiento, análisis y crítica, unirnos para defender a los más débiles y combatir la fragilidad de la soledad.

Será necesario crear un muro humano para abatir los muros de rejas y ladrillos que sueñan los autócratas nacionalistas para dividir y gobernar pero, quizás, antes que nada cada uno de nosotros tendrá que responder a la pregunta que puso Dostoevskij en boca de Raskol’nikov, protagonista de Crimen y Castigo: ¿Cuánto hay de humano en el ser humano y cómo preservar – cada uno de nosotros – al ser humano que llevamos adentro?


Photo Credits: Neil Cowburn

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