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La corrupción no es privativa de México

La corrupción es un mal tan antiguo como el ser humano. Existen documentos que demuestran que ya estaba arraigada en las sociedades del pasado. En el Decreto de Horemheb (documentos en el campo jurídico-administrativo del derecho egipcio) en Egipto, 1300 a.C se encontraron normas contra estas prácticas: “Se castigará con implacable rigor a los funcionarios que, abusando de su poder, roben cosechas o ganado a los campesinos bajo el pretexto de cobrar impuestos. El castigo será de cien bastonazos. Si el involucrado fuera un juez, la pena será de muerte”. Siglos después, en la Grecia Clásica, las más ilustres figuras de la civilización helena se vieron involucradas en escándalos. Fidias, el arquitecto que construyó el Partenón, fue acusado de quedarse con parte de los fondos destinados a las obras. Demóstenes, el gran orador fue acusado de chantajear a jóvenes adinerados con quienes mantenía relaciones a cambio de quedarse con el dinero depositado en un tribunal como prueba de un delito. En Roma la corrupción se institucionalizó al punto de que las prácticas se volvieron comunes: el clientelismo, el favoritismo y el tráfico de influencias se ejercían regularmente en la metrópoli y los altos cargos podían enriquecerse con facilidad. Cicerón, ganó popularidad denunciando la corrupción, él mismo escribió: “Todos robaban, todos saqueaban, las riquezas empezaron a considerarse un honor, la pobreza una vergüenza y la honradez sinónimo de estupidez”. En la Edad media y en el Renacimiento, la Iglesia católica estuvo involucrada en prácticas de corrupción. La ruptura de Lutero con el Vaticano se debió en parte a escándalos tales como conceder indulgencias a cambio de dinero o la venta de terrenos en el cielo. Tras la Revolución francesa y el nacimiento del capitalismo, las prácticas de sobornos entre banqueros, industriales y políticos fueron escandalosas, pagaban con dinero público a las grandes compañías internacionales para lograr contratos millonarios gubernamentales. Muy parecido a las prácticas de corrupción de Odebrecht, el conglomerado brasileño de negocios en los campos de ingeniería, construcción, manufactura de productos químicos y petroquímicos que involucraron a los políticos de muchos países, incluso de México. Hace unos días, me sorprendieron unos niños al comentarme: -el guardia de la farmacia le da mordida a los policías-, -¿ustedes como saben?-, les pregunté -el guardia vende droga y ellos llegan por su mordida para dejarlo que siga vendiendo-.

Me dio tristeza que unos niños adolescentes, se den cuenta de las prácticas de corrupción que alimentan los negocios ilícitos. Si los niños no tienen modelos de valores y buena educación, lo más seguro es que sigan patrones negativos. Mientras veamos que sigue la corrupción a todos los niveles sin que haya castigo alguno, se profundizará la idea según la cual ser “honrado es ser bruto”.

Como vimos la corrupción es un arquetipo que traemos introyectado en el inconsciente, no es solamente una falla moral del mexicano, es una práctica universal. Por supuesto que se podría combatir si se aplicaran los controles que los liberales introdujeron en la Constitución de 1857: diputados que revisan las cuentas, jueces independientes, una prensa libre, veraz y honrada, que los partidos de oposición estén alerta a cualquier acto de corrupción y los ciudadanos no se limiten a señalar a los políticos sino que actúen en congruencia, con honestidad y responsabilidad. Sorprenden las sabias palabras de Edgar Allan Poe: “El hombre es un animal que estafa, y no hay otro animal que estafe además del hombre” y las de Honoré de Balzac: “Las leyes injustas son la telaraña a través de la cual pasan las moscas grandes y las más pequeñas quedan atrapadas”. No podemos ignorar que es una ley de la naturaleza: la ley del más fuerte

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