Una mujer negra, ya vieja, habla con su nieta en la vereda del Prospect Park. El lugar es un reservorio salvaje, una especie de selva tropical inserta en plena ciudad.
¿Cuál es la idea de naturaleza que hay aquí? El parque es un trasplante de verde en un cuerpo de cemento.
La mujer vieja la reta a la nena. La niña tiene en sus manos un juguete barato. Y la abuela protesta porque no cuida sus juguetes. La nena blande el plástico y mira a todos lados. En uno de sus giros me encuentra. Me mira. Tiene vergüenza. No le gusta que la vea frente a su abuela enojada.
El juguete de un dólar brilla con el sol de las cinco en punto de la tarde. Esta escena no tiene ninguna relación con Lorca. Pero recuerdo sus versos cada vez que miro las torres que crecen como árboles gigantes hechos de capitalismo y miseria.
La abuela se da la vuelta y también me mira. Soy el testigo insospechado de una discusión casual entre una mujer negra y su nieta. ¿Cuántas veces más van a pelear en esta vereda? Yo no estaré para las próximas escenas. Pero está claro que el lugar condensa las vidas sufridas de muchas mujeres obreras que sudan mucho para sobrevivir en una ciudad que los devora.
Esta ciudad es muy cara, me dijo el señor marroquí del carro de comida en Washington Square.
¿Quién puede sobrevivir en esta selva?, pienso mientras cruzo la calle para entrar al parque. Jungla de asfaltoes el nombre de un policial negro de los cincuenta. ¿Hay mejor modo de condensar las aspiraciones y los deseos frustrados en una ciudad como ésta? Jungla y asfalto es la síntesis de esta vereda de Prospect Park. La abuela se calma y le pide a la nena que camine, que se apure.
Yo no sé a dónde van. Ellas tampoco saben cuál es mi destino. Pero sospecho que van a sobrevivir. ¿Van a sobrevivir?
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