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Intervención Humanitaria

Después de las violentas protestas en Venezuela, la revuelta civil en Ucrania, y el continuo bombardeo en Gaza, nos podríamos preguntar «cuándo es suficiente lo que pasa en un país, para que otros intervengan buscando el bien de la humanidad?» En el libro «Salvando Extraños,» Nicholas Wheeler hace pública la pregunta de qué tan lejos puede llegar la intervención humanitaria para que pueda ser considerada legítima dentro de la sociedad internacional y se centra en la dimensión normativa refiriéndose a si, desde un punto de vista pluralista, realista, y solidarista, la intervención humanitaria debe permitirse en una sociedad de estados constituida por reglas basadas en soberanía, no intervención y la no utilización de la fuerza.

De acuerdo con la perspectiva pluralista, en ausencia de un acuerdo internacional sobre las normas que conducen a la práctica de la intervención humanitaria unilateral, los Estados actuarían siguiendo sus propios principios morales, debilitando así un orden internacional basado en las reglas de la soberanía, la no intervención, y el no uso de la fuerza. Permitir  la intervención humanitaria bajo este criterio significa aceptar que la toma de decisiones será determinada por las predilecciones culturales de los que tienen poder.

Por otro lado, los realistas creen que los Estados son selectivos a la hora de decidir cuándo y cómo deben intervenir en un país, ya que siempre estarán motivados por el interés nacional; por lo tanto, no van a intervenir principalmente, por razones humanitarias. Reclamos humanitarios ocultan la verdadera intención de los egoísmos nacionales. Por otro lado, la legalización de un derecho de intervención humanitaria conduciría a estos estados a abusar de ella. Los realistas creen que a menos que los beneficios fundamentales estén en juego, los estados no deben intervenir, pues, de esta manera, arriesgarían las vidas de sus soldados e incrementarían los costos económicos.

Finalmente, los solidaristas creen en la intervención de los países con el fin de evitar violaciones de los derechos humanos, y centran su interés en las víctimas del poder estatal. Hay cuatro requisitos que una intervención debe cumplir para calificar como humanitaria: En primer lugar, tiene que haber una causa justa; en segundo lugar, el uso de la fuerza debe ser el último recurso; tercero, debe cumplir con el requisito de la proporcionalidad; y, por último, debe haber una alta probabilidad de que el uso de la fuerza sirva para lograr un resultado humanitario positivo. Tomando esto como punto de partida para la intervención humanitaria, los solidaristas se enfrentan a un problema; cómo conciliar la necesidad de una acción rápida con la adopción de los requisitos explicados anteriormente. En este caso, los estados primero deben explorar otras formas que puedan ser exitosas en el esfuerzo de detener la violencia, a menos que sea evidente que una demora podría causar daños irreparables. Si esto no lleva a un resultado positivo, entonces podría tomarse en cuenta la intervención militar. Las consecuencias de estas acciones legítimas pueden ser adversas; Sin embargo, eso es parte de la responsabilidad de entrar en dicho conflicto. El resultado final es ser capaz de establecer un orden político donde los derechos humanos sean protegidos. Solidaristas creen que los gobiernos tienen derecho a la protección no sólo de sus países, sino de los países de todo el mundo y que, por lo tanto, son responsables de responder a estas violaciones de derechos humanos.

En su artículo, Robert H. Jackson explica que las grandes potencias no tienen la responsabilidad de lo que sucede con los estados fallidos. Por el contrario, los Estados tienen una responsabilidad con la sociedad internacional. Esto se basa en el hecho de que todos los estados pertenecen a una comunidad internacional e incluso se benefician de ella. Se cree que la intervención en lugar de ser una solución, puede representar un problema; el problema con la intervención humanitaria, por ejemplo, es su nivel o extensión. Se utiliza el concepto de soberanía sustituta para explicar cómo estos llamados Estados fallidos podrían terminar concediendo su identidad y soberanía a cambio de protección y de orden (un Leviatán según Hobbes). Siguiendo este mismo concepto, explica que hay una línea borrosa entre imponer y ofrecer democracia y capitalismo a estos estados fallidos, los cuales en su mayoría no han logrado todavía abrazar su identidad como país.

Aunque estas opiniones variarían dependiendo de si usted vive en Canadá, Israel, o Uruguay, ¿cómo podemos garantizar menos asesinatos? Que produciría más muertes; matar intentando detener un bombardeo o bombardear intentando perseguir una ideología? Desafortunadamente esas son preguntas que a veces ni siquiera la historia contestará. Y tú, ¿qué harías?

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