Si decimos que quién se iba a imaginar que, por ejemplo, a la presidencia de una potencia mundial, seguido y perseguido por medios de todo el planeta y con la capacidad de acabar con el mundo en apenas unos segundos, llegaría un magnate ignorante, clasista y misógino, tendríamos razón, pero, y aunque suene paradójico, también tendríamos razón si dijéramos que quién no se lo iba a mi imaginar, al fin y al cabo, ya se sabe, aunque no se sepa, que en este mundo puede pasar cualquier cosa. Esto, por mencionar cualquier caso, pero podríamos estar hablando de cualquier cosa, según dice el hombre que da la rueda de prensa desde un satélite, en vivo para todo el mundo. Además pone sobre la mesa, entre otros, el tema del hombre en la luna, el de los anticonceptivos, el de la comunicación satelital, el de la Internet, el de la rueda y, para mi sorpresa, el de la poesía. Dice que así como todo hubiera podido imaginarse, todo, también, hubiera podido no ser imaginado. Dice que, aunque parezca una obviedad, todo lo que se puede imaginar se puede hacer realidad. Y lo dice porque hace parte de la excursión de lo que no es todavía, o de lo que ya es porque no tiene opción. Lo dice porque, él y catorce personas más, están en el espacio, en ese mismo satélite, desde que nacieron y, para fortalecer sus propios argumentos, desde que estalló la primicia mundial. Según dicen los medios alternativos, estarán allí hasta que todos hayan muerto. Todo para sustentar la misma teoría: nadie sabe lo que imagina hasta que se lo cuentan.
Ahora yo, arropado por la teoría de este equipo de suicidas y víctimas, bien podría decir que quién se iba a imaginar que yo escribirá estas palabras sobre ello, así como, por supuesto, que quién se iba a imaginar que no. En ambos casos, eso sí, la persona en cuestión soy yo mismo. O usted, que lee esto mientras se pregunta, palabras más, palabras menos, que quién se iba a imaginar que lo leería, o que quién no se lo hubiera imaginado.
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