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File:Pieter Bruegel de Oude - De val van Icarus

I may die tonight

La brillante y audaz poeta Mary Jo Bang perdió un hijo de treinta y siete años

y para curarse –aunque asegura y le creo, no entiende el arte como terapia– escribió una joya que se llama Elegy (National Book Critics Circle Award 2007),

un libro escrito desde ese dolor o para traducirlo o expurgarlo aunque evidentemente ya no se va, el dolor tras la pérdida y la certeza de que el tiempo no se devuelve no puede mitigarse con un libro ni con nada

–a pesar de que ahora inventamos
un universo paralelo que va hacia atrás,
como si la sola imagen de eso inalcanzable, tanto como revivir a quien ya se fue
nos salvara–

la imposibilidad de ser útero para el chico grande que ya no está no veo cómo podría borrarse. Yo no sé y no quisiera saber aunque me entero

me entero de un vacío y de una culpa, y de la aceptación resignada de esa culpa, porque todos lo sabemos, cuando algo se termina, no queda más que ser humildes y cobijar el hueco.

En ese libro, el poema «Landscape with the Fall of Icarus«, se refiere a un cuadro de Bruegel en el que se ve a Ícaro cayendo, medio sumergido en el agua, mientras la vida y las cosas de la vida, y la gente a su alrededor permanecen inmutables. Acá algunos de los versos de Bang. Arriba en este post, el cuadro que muestra la irrelevante muerte.

You’re forever on the platform
Seeing the pattern of the train door closing.
Then the silver streak of me leaving.
What train was it? The number six.
What day was it? Wednesday.
We had both admired the miniature mosaics
Stuck on the wall of the Met.
That car should be forever sealed in amber.
That dolorous day should be forever
Embedded in amber.
In garnet. In amber. In opal. In order
To keep going on. And how can it be
That this means nothing to anyone but me now.

.

El dolor inexpugnable y la certeza de que el tiempo no retrocede. Bang deseando que ese vagón se mantenga quieto y cerrado para siempre. Con el hijo vivo pero suspendido. Desafiando toda ley de la física con tal de no sentir aquel dolor con tal de no saber la existencia amada borrarse. Desaparece un hijo ¿y queda qué? ¿Qué hacer con la memoria uterina, con la memoria hormonal, sin contar las historias mínimas y los álbumes y el tiempo y la lucha dedicada a hacer de ese niño un hombre?

Queda un ancla liviana a un día de la semana, un hilo sin globo que lo sostenga. Queda una línea de tren incapaz de salir del túnel, y un museo cuyas obras no dicen nada que no derive. Náufraga desmoronada, sólo tu dolor hunde y mantiene a su vez el barco ahora que es demasiado tarde.

.

En este tiempo en el que todo lo respetable se ufana de un orden y una razón de ser, di a luz a dos seres humanos,

primero llegó uno,

luego el otro, en ese (orden),

y yo hice lo que suele hacerse, leí (ordenadamente) libros que te enseñan como ser mamá.

Los expertos dicen que los horarios son importantes y las rutinas son un ritual, la vida debe separase medirse cortarse en pedacitos nunca intercambiables: dar pecho tomar el sol de las nueve de la mañana poner al bebé a dormir la siesta dar pecho ponerlo a dormir otra vez  y dejarlo jugar. cuando crecen dar la merienda más pecho y el baño y el cuento y más leche. cambia el menú pero la esencia se mantiene. la arepita el colegio el almuerzo la siesta la merienda el parque el baño la cena la televisión y luego se suma la tarea. es importante que el parque siempre se mantenga y claro el baño también. las horas del sueño son fundamentales. si el hijo, el primero, o el segundo, no quiere dormirse dicen los libros que no te lo llevas cargado a la sala ni lo paseas mientras le cantas solo lo dejas en la cuna y que llore un ratito solo un ratito para que sepa que no lo abandonaste y entras al cuarto y le hablas y vuelves a salir y así hasta que el hijito, el primero o el segundo -aunque seamos francos cuando lo haces con el primero de tanto llorar tú en el pasillo mientras la cría intenta dormirse terminas decidiendo que con el segundo ni por error, al segundo no lo dejarás llorar así, o mejor dicho no los dejarás llorar así: ni tú a él tan chiquito y tan entregado a ti, ni tú a ti misma- el primer hijito se cansa de llorar y se duerme, la verdad sea dicha: rápido, frustrado, aunque sabiéndose acompañado se duerme, y el segundo hijito llorando menos se duerme igual. y así corroboras lo que siempre supiste, que los libros no siempre tienen la razón y te vas volviendo mejor mamá no tanto gracias a los libros sino a pesar de ellos.

.

Mis hijos crecen.

Yo hoy vine a decir(me) (a acordarme) (a escribirme con tinta y aguja en la palma de la mano porque los post-it no me gustan o no para esto) que la rama de cualquier árbol permanece mientras sepa doblarse, acomodarse, dejarse. El tronco rígido es ya astilla,

un planeta que nos ve desde el futuro lo capta:
ese tronco ya fue usado de carbón para el alivio de una noche fría.

Lo que a usted más le importa es invisible y lo demás se termina en un pestañeo. Sólo queda la certeza del bien que ocurrió antes del final. La intuición y la bondad perseguidas mientras se puede, eso es lo que hay. El tren 6 no se suspende, de hacerlo se convertiría en una cápsula intraducible. Tal vez, sí, esa cápsula aparecería en el universo replegado. El que va hacia atrás. Ya no estamos ahí para verlo.

Tal vez Bruegel y Bang, y Williams, que también tiene un poema sobre este cuadro, tengan razón, si ellos lo dicen yo les creo y acato su mensaje: los finales de las historias pequeñas son pasados por alto.

Ahora me empecino este mi primer tatuaje. En la palma de la mano. Como dice Sri Dharma Mittra y me recuerda el poema de Mary Jo Bang potenciado desde mi propio

(a)
(te)
mor:
I may die tonight.

Ahí están, mire allá arriba, al comienzo de este post las piernitas de Ícaro. ¿No las ha visto? Busque bien.


Mary Jo Bang participa en la antología «Entre el aliento y el precipicio: poéticas sobre la belleza» que comencé a pensar durante mi maestría en NYU en la clase de Forms and Techniques in Poetry dictada por Mariela Dreyfus. Cuatro años más tarde, ese proyecto ha tomado forma y será publicado en edición bilingüe por Editorial Ígneo. Cuatro años más tarde, acá estoy, leyendo poemas de Bang, agradecida en la búsqueda de un epígrafe que acompañe su sección en mi libro.


Photo Credits: Pieter Bruegel de Oude – De val van Icarus, at the Royal Museums of Fine Arts of Belgium

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