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Hugo Mujica

Hugo Mujica y la música del silencio

El silencio es imposible, todo nos habla, todo se impone sobre nosotros, y para querer acallar ese aturdidor ruido del mundo nos sumergimos en un ruido mayor creyendo poder borrar con este el anterior. Como otros tantos intentos de lo humano este también resulta fallido.

Cada ser encuentra una forma de estar en el mundo, de encontrarse con el otro y consigo mismo, el poeta Hugo Mujica encontró en el silencio la música que su alma necesitaba, la música que su vida entera necesitaba. Siete años en un monasterio bajo voto de silencio, son solo una muestra de esa necesidad en su vida y de un profundo respeto al mundo como imagen, sonido y forma. Para él la apreciación a través de los sentidos permite una comunión momentánea con ese mundo que nada pide y que nada da. Es desde el silencio que él vive para ser, para estar. «Contemplar la naturaleza, su inmensurable vastedad o su abismal intimidad, sus mares, sus estrellas o el cierne tembloroso de una hoja que asoma, es siempre el contacto, la experiencia, de una realidad, de un espacio que no se centra, no se cierra sobre un yo». El mundo simplemente sucede y el sujeto si quiere, puede sumergirse en la mar de vida que en cada instante está ocurriendo, puede siquiera aceptar el mundo tal cual es, aceptarse a sí mismo tal cual es, aceptar el fenómeno de la vida tal cual es y dejarse llevar ligeramente. Permitir que la vida se de, que ella llegue en el momento en que debe hacerlo, ver la luz del rayo y ser ese ser que ve la luz del rayo sin ningún otro deseo, sólo ver el rayo, vivir sin ninguna pretensión diferente a ser a quien la naturaleza le entrega sus regalos porque se ha escogido aceptarlo todo.

El silencio se torna no solo contemplación del universo sino un estar en ese universo, se hace del silencio una ética de la vida, la ética de la serenidad, del respeto, de la celebración dionisiaca de la vida. «Más que de Filosofía, soy un hombre de pensamiento. La diferencia está en que no me interesan las ideas sino, me interesa la experiencia que el pensamiento tiene de la vida. Más que filosofar en el sentido de armar teorías o sistemas; soy más de reflexionar desde una cierta distancia sobre lo esencial que los acontecimientos tienen».

«La poesía va más por el relámpago que por el trueno. Va más por la intuición que por el pensamiento, que sería el comentario de lo intuitivo». Lo inefable como en los poetas románticos o religiosos hace aquí su aparición, aquello que la poesía no puede poner en el mundo porque lo traicionaría, eso que solo puede estar como intocable, inalterable, aquello que escapa del tiempo y de nosotros, aquello de lo que entrevemos sólo un fragmento y se va de nuestros dedos, el rocío de la mañana o la noche que todo lo sumerge en su manto apacible, los árboles abrazando la tierra con sus hojas, con sus hojas muertas fecundándola, llevando vida de nuevo a la tierra.

La ética del silencio en la poesía de Hugo Mujica es la ética del poeta dionisíaco que celebrando todo cuanto crece y muere se celebra a si mismo como la hoja que él es y que será arrancada algún día del árbol de la vida. La contemplación en el silencio del universo permite descubrir que tal silencio es imposible, todo es movimiento, todo es armonía, la magnifica sinfonía de la vida se despliega y el observador-escucha se extasía sintiendo la lluvia sobre su rostro.

Resplandor

Ya noche,
caminando,

vi el instante de un relámpago
sobre el charco de una calle,

cerré los ojos
y, blanca e inmensa, y a la vez serena,
se encendía un alba.

Hugo Mujica

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