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¡¡¡Gooooooool!!!

Durante el campeonato de Futbol de 1986, el cual se llevó a cabo en nuestro país, imaginé una crónica del final del mundial. Lugar: el Estadio Azteca. Contendientes: México-Dinamarca. Tiempo transcurrido: 43 minutos, 12 segundos del segundo tiempo. Marcador: 2-2:

«…y Jesper, con la velocidad del ¡Jet!, corre detrás del balón y se lo laaaaanza a Henning, Henning se precipita, pero llega Hugo Sánchez, le quita la pelota y se laaaanza al Abuelo Cruz, que la vuelve a lanzar a Quirarte. Quirarte corre hacia la portería. Preben aparece en el lado derecho pero Quirarte laaaanza y dispara y y y y y y y ¡¡¡¡¡¡¡Goooooooooooooool!!!!!!! ¡¡¡¡Goooool!!!! Para México. Quirarte lanza besos al cielo. Sus compañeros y Bora lo abrazan, se le montan encima. El público no lo puede creer. ‘¡¡¡Mé-xi-co, Mé-xi-co!!!’, grita la multitud eufórica. Muchos quieren lanzarse sobre el estadio. Lanzan sombreros, pelucas tricolores, playeras. La gente aplaude, echa porras, se abrazan, brincan. Miles de banderas ondean por los aires. El señor presidente, Miguel de la Madrid, abraza a su esposa, Paloma Cordero de De la Madrid. El señor Cañedo abraza a Ramón Aguirre, Emilio Azcárraga levanta los brazos, exclamando ¡ga-na-mos, ga-na-mos! Sí señores, tres dos… México es campeón del Mundo. México ganó la Copa Mundial de 86. El júbilo crece, minuto a minuto. México está de fiesta porque, aunque usted no lo crea, es el campeón. Ahora les toca a los daneses hacer sus maletas. Enseguida las 109 mil personas que se encuentran en el Estadio Azteca se pondrán de pie para escuchar el Himno Nacional. ‘¡¡¡¡México se ha convertido en Campeón del Mundo de Futboooool!!!!’. Comenta emocionadísimo José Ramón Fernández a todos los miles y miles de televidentes».

Hace 32 años, México era otro país. Entonces en los partidos de futbol nadie gritaba: «¡¡¡ehhhh puto!!!».En esa época Televisa era dueña y señora de las trasmisiones locales y remotas. José Ramón Fernández y su equipo eran los únicos que se enfrentaban al poder de la televisora de Avenida Chapultepec. La violencia y el crimen, en esa época, aún no mostraban sus garras y colmillos. Hay que recordar que México se había atrevido a abrir sus puertas al Mundial, a pesar de los terribles daños sicológicos y materiales del terremoto de 1985. ¿Cuánto del dinero destinado para la reconstrucción se habrá gastado el Estado en este evento el cual mucha gente juzgó totalmente descabellado? Lo más llamativo de todo es que en esos años, el PRI estaba enterito, era dueño de los tres poderes y en parte, del cuarto. Faltaban dos años para que se eligiera como presidente de la República a Carlos Salinas de Gortari. El resultado oficial fue de 50%, 31% para Cuauhtémoc Cárdenas y 17% para Manuel J. Clouthier.

Ilusamente, y mientras veía, emocionada y con los puños bien cerrados, el partido del domingo pasado México-Alemania, pensaba que si efectivamente ganábamos, ese partido y la copa del Mundial 2018, las cosas en nuestro país cambiarían radicalmente. Estaba yo en esas elucubraciones, cuando de pronto Hirving Lozano metió el gol. No, no era posible. Por eso, en ese preciso instante, grité a todo pulmón: «¡¡¡Goooooooooooooooool!!!». Nunca había pronunciado tantas «O» juntas. Por imposible que parezca, en ese momento, se me quitó el dolor de la ciática, ¡¡¡ya no me dolía la pierna!!! Salté de mi asiento, abracé a Enrique y enseguida y sin la ayuda de la caminadora, comencé a caminar por todo el departamento. Daba grandes zancadas y no me dolía la pierna. Me dirigí hacía el balcón. Abrí la puerta y frente a un océano de árboles de Chapultepec, exclamé: «¡¡¡Viva México!!!». Enseguida les mandé muchos besos al aire a todos los de la Selección. Estaba orgullosa, feliz. Sentía el corazón ligero y tenía ganas de elevar mi pierna y tocarme con ella la frente, como hacen las bailarinas profesionales. «Vamos a recuperar la confianza. Ya no habrá fuga de capitales. Todos saldremos a votar. México sí puede. Tenemos que salir adelante. ¡¡¡Ya me curé, ya me curé!!! ¿Tú crees que fue un milagro?», le preguntaba a Enrique con un nudo en la garganta, quien me escuchaba con ojos incrédulos. Después brindamos por el gol (él con un tequila, yo con agua debido a los medicamentos).

Es cierto que en México cualquier cosa puede suceder, que la selección mexicana gane, efectivamente, el campeonato mundial, que el PRI regresedespués de devolver la casa blanca y de meter a la cárcel a Romero Deschamps, que Trump se vuelva nuestro aliado. O bien, que se suelte el tigre y…

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