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Galeano revive en Roma

“La pluma y la voz de América Latina”, compañera de los ideales progresistas de muchas generaciones y de las luchas políticas anticoloniales no se apagó. Eduardo Galeano volvió a la vida, en Italia, a través de los recuerdos de tres expertos de su prosa literaria, quienes tuvieron con él una importante relación.

Frente a una público muy numeroso, en Roma, en un evento organizado por el Iila (Instituto Italo-latinoamericano) junto con la embajadora y presidenta de la organización Stephanie Hochstetter Skinner-Klée, Galeano se hizo presente gracias a la lectura de sus textos más significativos acompañados del toque de la guitarra del músico Giuliano Baldassi.

El quería dar voz a quién no la tenía, nosotros queremos dar voz a él que ya no la tiene, para que nazcan otras. Luciano Minerva, periodista de la televisión pública italiana Rai, amigo del intelectual uruguayo, abrió así el encuentro en el cual se recordó, en la capital de Italia, al escritor y periodista Eduardo Galeano. Los otros panelistas fueron el profesor Diego Simini, doctor en literatura hispano-americana en la Universidad del Salento, y Marcella Trambaioli, traductora italiana del autor.

Galeano dejó una marca profunda en la cultura, en la ideología y en la política de Uruguay. No desconocía nada de la realidad política y social de nuestro país pero, en su esencia, fue sobretodo un latinoamericanista, subrayó la representante del gobierno de Montevideo. Galeano sabía ir al núcleo de los problemas, sacar la verdad rompiendo esquemas con la fuerza de quien tiene una visión universal. Calidad humana que expresó desde pequeño y que es palpable también en las conversaciones con Luciano Minerva.

El periodista conoció al escritor por una casualidad. En 1996 tuvo que ir a Montevideo para entrevistar a Oscar Tabarez, actual entrenador de la nacional uruguaya. Pero el encuentro no se dio y Minerva empezó a buscar unos textos que le permitieran conocer mejor el fútbol uruguayo. En una pequeña librería de la Capital descubrió “El fútbol a sol y sombra” de Galeano. Al día siguiente lo llamó para entrevistarlo y desde ese momento nació una amistad que quedó a lo largo de los años.

Durante una de sus charlas con Luciano Minerva en 2008, en el Festival de la literatura de Mantova, Italia, realizada en video-conferencia, Galeano recordó algunas anécdotas de su infancia.

Yo he sido siempre un gran preguntón, pesado e insoportable, – confió – Preguntaba sobre América, sobre el mundo, sobre todo lo que se pueda imaginar. Recuerdo que una vez, tenía unos 8 o 9 años, la maestra dijo que Balboa fue el primer hombre de la historia que vio dos océanos, el Pacífico y el Atlántico, desde una montaña de Panamá. Yo levanté mi mano y pregunté a la maestra: «Es qué los indios eran ciegos?». «Fuera!» […]. La pregunta no gustó pero, igual, siguieron muchas otras.

Fue en 2013, en Genoa, cuando Luciano Minerva vio al escritor uruguayo por última vez. Charlando sobre las relaciones humanas y de género, el escritor con el espíritu sagaz que le distinguía, dijo:

Los problemas entre hombres y mujeres siempre existieron, desde el momento en que Adamo y Eva dejaron el Paraíso. Adamo se llevó sólo un cepillo de dientes. Eva siete maletas. Pero esto nunca podré escribirlo, porque Elena me mataría!

La ironía ha sido su fuerza, junto con otras características que el tiempo fue añadiendo a su personalidad. Grande es la diferencia entre el Galeano de “Las venas abiertas de América Latina”, libro escrito en 1971 cuando tenía 31 años, y “Espejos, una historia universal”, del 2008. Entre uno y otro hubo un trabajo inconmensurable, con el objetivo de decir más, pero con menos palabras. Millares de intentos para descubrir la palabra desnuda, vestida tan solo de su luz, explicó el escritor en una de sus últimas entrevistas.

«Galeano se queda como unicum, tendrá imitadores pero jamás podrán coger su esencia». Ha declarado el profesor Diego Simini que quiso celebrarlo llamando a su último hijo Eduardo. En sus textos hay poesía, humanidad, historia, economía y muchas veces todo está resumido en unas pocas líneas… Un trabajo de cincel para llegar a una definición única en el mundo literario.

Traducido en más de 20 idiomas, ha sido significativo el testimonio de su traductora italiana.

Era el 1995 cuando Marcella Trambaioli empezó, muy joven, a trabajar por la empresa editorial Mondadori. Tradujo por primera vez al italiano un libro de Eduardo Galeano, “Las palabras andantes”. El texto no gustó al editor, pero, segura de su trabajo, Trambaioli quiso preguntar directamente al escritor a quien escribió una carta, que todavía guarda junto con la respuesta del maestro. «He podido escuchar la traducción y la música y me suena muy bien», contestó Galeano.

Es difícil traducir a un autor tan complejo, inventor de neologismos. Hay que aprender a escuchar la obra escrita, hay que leerla en voz alta para captar su musicalidad, explicó Trambaioli. Según Galeano, “músico de las palabras”, la traducción no consistía solamente en un cambio de idioma. Quién traduce comunica. Cuando leo un texto traducido por Marcela siento que este es ella y soy yo. Los dos estamos ahí, ninguno de los dos es más importante que el otro. La traducción es una recreación. Y también parece un milagro, teniendo en cuenta el pago miserable que reciben los traductores! No amaba las notas al final de páginas. Opinaba que el lector tiene que contribuir con la traducción del texto, esforzándose en entender palabras difíciles escritas en otro idioma.

Tres análisis peculiares, un sincero aprecio hacia el autor y una única verdad: Eduardo Galeano con su pasión y cultura universales ha superado las fronteras de su país y de América Latina. No solamente lo echan de menos sus compatriotas sino todos quienes, en distintas partes del mundo, han llorado su muerte y hoy se sienten huérfanos de un hombre tan humilde y al mismo tiempo tan grande, quien, con sus escritos, contribuyó a difundir lo mejor de América Latina.

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