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Feminismo mal enfocado

El feminismo de estos últimos años se está transformando en un rechazo hacia los hombres, misandria es el término, similar al machismo, a la misoginia de los varones. El gobierno municipal de Guadalajara, México, firmó un compromiso con ONU Mujeres en 2017, para realizar el Estudio “Diagnóstico Acoso y otras formas de violencia Sexual en el Espacio Público” cuyos resultados fueron publicados hace unos días. Entre los indicadores el más destacado entre las mujeres mayores de 15 años fueron las miradas lascivas, señalado por un 78 por ciento de las encuestadas. Según el diccionario de la Real Academia Española, la lascivia es la propensión a los deleites carnales, el deseo sexual o la lujuria sin control, la persona con lascivia mira al prójimo de manera morbosa o con intenciones sexuales. Otro de los indicadores son los piropos groseros y las ofensas verbales sobre su cuerpo. Según las encuestadas el lugar donde se sienten más inseguras es en la calle, y en el transporte público.

Sería bueno que preguntaran más a fondo. Sabemos quienes tratamos el abuso sexual y la violación que el agresor casi siempre está en la familia. Las agresiones verbales, los golpes y el abuso sexual en los niños se debe a familiares cercanos. La mujer ha ganado, a través de muchos años de esfuerzo, el lugar que le corresponde en la sociedad. Hoy por hoy es independiente, autónoma, desempeña tareas que antes eran exclusivas de los hombres. La mujer no es inferior, ni superior al hombre, no es indispensable competir contra ellos como expresan algunas. Las mujeres necesitan, un buen nivel de autoestima, seguridad en sí mismas, mantener el equilibrio sin perder su femineidad. No es necesario masculinizarse para desempeñarse en la vida laboral. Las que detestan a los hombres están convencidas que no los necesitan. En algunos casos pueden padecer androfobia, un trastorno clínico que es igual a cualquier otra fobia; los síntomas se presentan con ansiedad, dificultad para respirar, sudoración excesiva, náuseas, temblores.

Las fobias surgen de acontecimientos externos, eventos traumáticos, violación, abuso sexual, físico, abandono, emociones reprimidas, y de los indirectos que derivan de las creencias de las mujeres cercanas. Las mujeres que padecen androfobia aplican medidas para evitar a los hombres; sin embargo, a pesar del temor que sienten, llegan a casarse. La presión social es fuerte y lo mismo pasa con los hombres misóginos. Desde hace unos años en México estamos viendo un feminismo muy al estilo norteamericano, según el cual el hombre pareciera ser enemigo de las mujeres quienes, a su vez, serían las víctimas de sus agresiones. Es preocupante. En lugar de avanzar en cuanto a equidad de género, nos fuimos al otro extremo y ciertas campañas de la ONU no ayudan. Las mujeres adultas podemos tomar consciencia, poner límites, denunciar un abuso sexual. Por el contrario las niñas, por miedo o amenazas, en muchas ocasiones no pueden defenderse.

Tenemos que enfocarnos en instruir a los niños para que aprendan a identificar las señales de acoso, no con sobreprotección, sino enseñándoles a poner límites. Los hombres no siempre representan un peligro, también hay mujeres que los acosan a ellos para obtener beneficios económicos y sexuales.

Tienen razón las mujeres que dicen que el peligro está en la calle. Los delincuentes están al acecho de las victimas para despojarlas de sus pertenencias. Allí somos vulnerables y el gran problema es la impunidad, la delincuencia encuentra un campo libre. En los cajeros de los bancos, hasta en los semáforos, ahí es donde necesitamos sentirnos seguros. Una de las funciones a las que debería enfocarse la autoridad, a pesar de los recursos destinados, no se ha cumplido. La impunidad en nuestro país es uno de los principales problemas que nos aquejan.

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