No, no se trató de un fuego cruzado. Fue una matanza fulminante contra las tres mujeres y los seis niños de la familia LeBarón. Como le dijera el investigador Edgardo Buscaglia a Carmen Aristegui, lo ocurrido a principios de noviembre se trató de «una atrocidad con características terroristas». Mientras, en otros países del mundo, donde también padecen este tipo de violencia, reconocen sin vergüenza que son actos de terrorismo, «no están pensando como el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, en la imagen de México. Primero está la sangre de México, la vida de los mexicanos y después el tema de la imagen».
No, no se trató de un fuego cruzado, incluso Christina Marie Langford, de 29 años, quien viajaba acompañada de su bebé Faith Marie, de 7 meses, al ver al grupo armado, como de rayo bajó de la Suburban y con los brazos en alto les gritó que había niños en las camionetas. A pesar de sus súplicas, los sicarios la acribillaron, al igual que a Rhonita, de 30 años, y a sus cuatro hijos: los gemelos Titus y Tiana, de 8 meses; Krystal, de 10 años, y Howard, de 12, cuyos cadáveres quedaron totalmente carbonizados al interior de otra camioneta: «Había una bolita ahí, ni la cabeza estaba completa», dijo Adrián LeBarón, padre de Rhonita (El País).
No, no fue un fuego cruzado ni tampoco una confusión por el tipo de las tres Suburban, «similares a las que utiliza habitualmente el crimen organizado en la zona», según la explicación que dio el general Homero Mendoza. Kendra Lee Miller, cuñada de Rhonita, tiene bien claro lo que realmente sucedió, tal como lo explicara a CNN: «Fue un ataque orquestado por el Cártel en Sonora, donde vivimos, y eligieron a nuestra familia para iniciar una guerra. El auto fue después incendiado con toda la intención para cubrir las evidencias» (Reforma). Además de las camionetas de Rhonita y Christina, en la comitiva iba otra Suburban, donde fueron asesinados Dawna Ray Langford, de 43 años, y dos de sus hijos, Trevor y Rogan, de 11 y 2 años. Con ella también viajaban sus hijos Kylie, Devin, Mckenzie, Cody, Jake, Xander y Brixon. Ellos lograron sobrevivir gracias a Devin, de 13 años, quien sorteó el tiroteo -que dejó 200 cartuchos en el suelo de M16 y R15- y en un dos por tres reunió a sus hermanos, los escondió entre los arbustos, los cubrió con muchas ramas y les dijo que iría a su casa en la comunidad mormona La Mora, la cual se encontraba a 22 kilómetros de distancia, para pedir ayuda.
Después de esperar varias horas, Mckenzie, de 9 años e hija de Dawna, se impacientó y les dijo a sus hermanos que se encontraban ocultos entre las malezas: «Voy a buscar a Devin, no se muevan de aquí». Para entonces, ya era muy noche, sin embargo la niña se dispuso a seguir camine y camine hasta que se perdió y fue encontrada hasta la madrugada, con una herida leve de bala en uno de sus brazos. A sus hermanos los encontraron en la sierra, 12 horas después.
Para ese momento, la única sobreviviente que quedaba en uno de los vehículos era la bebé Faith (Fe) Marie. Todo el mundo la olvidó porque su madre, Christina, la había ocultado en el piso de la camioneta. Así se quedó Faith Marie durante más de 12 horas, sentada en su silla y muy calladita hasta que la rescató su tío, el activista Julián LeBarón. «Cuando la encontré, nada más me miró. Eso sí, tenía, más que hambre, mucha sed. Una vez que bebió se puso a llorar», dijo Julián. He allí una vivencia que seguramente a la bebé Faith se le quedará en el corazón toda su vida.
No, no fue por un fuego cruzado, ni por un conflicto entre cárteles del narcotráfico, fue un crimen hecho con mucha saña: «Yo mismo vi los cuerpos -dijo Julián LeBarón-, la niña como de 6 años está completamente en pedazos. Vi a una señora que quedó frente al volante, una niña está en pedazos de tanto balazo, otra señora quedó boca abajo y la bebé de pecho estaba viva, yo mismo la encontré».
No, esta masacre no fue a causa de un fuego cruzado, ni tampoco por lo que sostiene López Obrador: «La violencia es resultado de la corrupción política del periodo neoliberal. Nunca, ni en la época colonial, se hizo un saqueo tan grande como el que se ha hecho en los últimos 36 años. No hay precedentes. La desigualdad y la violencia es el origen de esta violencia».
¡Vaya necedad!