Profundas y aún lejos de cicatrizar, son las heridas que ha dejado el largo y sangriento conflicto que han vivido los colombianos durante más de cincuenta años.
Los derechos humanos de la sociedad civil han sido repetidamente pisoteados, tanto por la guerrilla como por los paramilitares y los agentes del Estado. Muertes, torturas, desapariciones y desplazamientos, han dejado estelas de víctimas y han regado odios profundos por todo el territorio.
El narcotráfico, con su poder de corrupción, ha barrido todo ideal y ha vuelto aún más violento y cruento el día a día de los ciudadanos, quienes viven en un país signado por males endémicos, como son las asimetrías regionales y la desigualdad social.
En estos años, varios presidentes han tratado de poner punto final al conflicto, pero lejos han estado de lograrlo. Desde hace casi tres años el Presidente Juan Manuel Santos ha emprendido un delicado camino hacia la paz, abriendo un diálogo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), el grupo guerrillero más importante. Cinco son los temas que están sobre la mesa, todos sumamente delicados: desarrollo rural, oposición política y participación ciudadana, fin del conflicto armado y consecuente reintegración de las Farc a la vida civil, eliminación del narcotráfico, derechos de las víctimas y justicia. Los más controversiales siguen siendo el fin del conflicto con la consecuente reintegración de los miembros de las Farc a la vida civil y, sobre todo, a la vida política y el de la justicia.
Si bien, la mayoría de la población aspira a la conclusión de la guerra, no todos están de acuerdo con el camino y las decisiones que está tomando el presidente Santos. Según las más recientes encuestas, los ciudadanos le tienen desconfianza a las Farc y sus intenciones. Entre sus más aguerridos críticos están el expresidente Uribe y los simpatizantes de su partido, Centro Democrático.
En este especial dedicado a la paz en Colombia, nuestro editor asociado, Juan David Aristizábal, recogió una serie de entrevistas a jóvenes políticos de distintos partidos, quienes expresan sus diferentes opiniones con relación al proceso de paz.
Los lectores podrán así conocer mejor los entretelones de una situación con muchos claroscuros, diversas aristas y diferentes lecturas.
Federico Hoyos: “Colombia no tiene reglas claras para lo que va a pasar”
MEDELLÍN – Su padre murió en Medellín hace más de 15 años. Es una de las miles de víctimas de la violencia en Colombia. No habla con odio de los miembros del Gobierno, al que le hace oposición, ni ve imposible una paz duradera en Colombia. Federico Hoyos es parte de una generación joven de colombianos que no apoya los acuerdos actuales entre el gobierno de Colombia y la guerrilla Farc.
Federico Hoyos es politólogo y congresista de Colombia. Tiene 31 años; representa al partido de derecha Centro Democrático, fundado por el expresidente Álvaro Uribe. Cree en la obra de éste, pero es crítico de su partido.
No duda en hablar de los logros de sus contradictores ideológicos. “A la izquierda en Colombia la respeto. Son juiciosos en el Congreso. Es gracias al buen trabajo que han hecho que el Congreso goza de legitimidad y un poco de respeto”.
Destaca la obra del profesor, político independiente, no uribista y quien lidera las encuestas para la presidencia en Colombia: “Creo que lo que dice Sergio Fajardo es cierto. Los políticos toman las decisiones más importantes de una sociedad. Por eso los jóvenes tenemos que meternos en política”.
Siente que desde el Congreso se puede hacer muy poco cuando se está en la oposición; se nota que añora volver a su antiguo trabajo, el de periodista. “Los periodistas pueden servirle muchísimo a Colombia. Colombia tiene mejores periodistas que políticos, pero hoy más que nunca se necesita un periodismo juicioso y responsable con la historia”.
¿Eso quiere decir que quisiera volver a ejercer como periodista en vez de estar en el Congreso?
Disfruto muchísimo más escribiendo una columna o contando lo que está pasando que echando un discurso. Hoy Colombia necesita mejor información y unos medios más responsables y balanceados. Pero también reconozco que si no estuviera en el Congreso, no podría haber presentado un proyecto de ley para regular al transporte verde en Colombia o participar en los debates de control político al gobierno nacional sobre su actuar frente a las Farc.
Dirigentes de otros partidos le reconocen su liderazgo, pero muchos en Colombia creen que hay una crisis en el estilo de liderazgo. ¿Qué opina?
Hoy no existe en Colombia un liderazgo que realmente cautive. Hoy el liderazgo que tenemos divide, porque todos hemos caído en el irrespeto. Descalificamos a las personas y eso sin duda no ayuda a lograr consensos. En un país con la historia de violencia de Colombia, no es sano que las diferencias de opinión lleguen al nivel de herir y maltratar a las personas.
Sin embargo, varios de sus opositores reconocen que usted no ha caído en eso a pesar de estar en “resistencia civil”.
He sido muy juicioso en no utilizar el retrovisor. Es decir, no me gusta mirar los errores del pasado y encontrar culpables para castigar o maltratar. Mi liderazgo está basado en pensar en el futuro. Y el futuro de Colombia es incierto.
¿Por qué para usted es incierto, si Colombia es un país que está mejor que hace 15 años? ¿Será que usted está mirando más los titulares que la tendencia?
En Colombia estamos viviendo en una incertidumbre institucional. Por eso hemos pedido que se concluya el acuerdo con las Farc, que se firme o que se acabe; pero que el país no siga patinando entre fechas y anuncios. No creo en la palabra de los criminales, no creo en la palabra de las Farc.
Pero a los colombianos se les ha dicho que van a tener la posibilidad de refrendar esos acuerdos. Los colombianos decidirán si creen o no en la palabra de ellos y del gobierno.
Antidemocráticamente se modificó el umbral para que el pueblo avale los acuerdos. El Gobierno quiere simplificar todo con una única pregunta que dice “Si o No a la paz”. El populismo es simplista y no hay que olvidarlo. Busca las soluciones más fáciles. Estoy seguro que los colombianos van a poder refrendar, de alguna manera, esos acuerdos, pero con una baja abstención y sin que la oposición tuviera suficientes garantías de exponer sus argumentos. Después de eso, veremos a las Farc haciendo política y lo que le viene a Colombia es muy duro. La implementación será compleja.
¿Usted votará No a los acuerdos actuales?
Creo en la abstención. No siento tener las mismas garantías que los que defienden el Sí. El mejor mensaje que le puede enviar la ciudadanía al Gobierno es el de no asistir.
¿Y si los colombianos votan mayoritariamente que Sí?
En Colombia puede pasar de todo. Si el Sí gana con una gran participación, los colombianos apoyan la gestión del Gobierno y le creen a las Farc. Puede llegar o un gobierno de transición o un populismo. Pero el descontento que hoy se ve en la calle puede crecer y en el 2018, cuando se elegirá un nuevo presidente.
Y su respuesta entonces de aquí al 2018 es estar en resistencia civil. ¿Qué significa eso?
Somos un grupo de ciudadanos que queremos la paz, pero no la que se está firmando. Le queremos explicar al mundo que para que la paz sea duradera hay que hacer correcciones a los acuerdos actuales.
¿Cuáles correcciones?
Garantizar que quienes han cometido crímenes de lesa la humanidad no puedan hacer política, que sean entregadas todas las armas, que se garantice que las Farc abandonarán el negocio del narcotráfico y que a las víctimas se les repare.
Pero en los acuerdos publicados hasta ahora hay varios de esos elementos.
Las Farc en repetidas ocasiones han negado su vinculación con el narcotráfico y aseguran que son víctimas y no victimarios. Si ellos no reconocen esos puntos, no tendremos una paz real, duradera y sin descalificaciones para quienes pensamos distinto.
Usted ha dicho que una Asamblea Nacional Constituyente puede ser buena para que voces como las del Centro Democrático estén incluidas en los cambios que Colombia deberá enfrentar. ¿No le parece una opción que puede cambiar todas las reglas que hoy tiene el Estado de Colombia?
No me gusta la idea de cambiar todo el sistema democrático o poner en duda las reglas del Estado colombiano pero imagino una Asamblea que permita incluir no solo la voz del uribismo si no otras voces que no han sido oídas.
Esa Asamblea puede servir para que los colombianos pensemos en el futuro. Tenemos que transformar la política, no con corrupción, sino promoviendo participación ciudadana e ideas. La ciudadanía que participa activamente puede transformar a la sociedad. Yo quiero invitar a los colombianos a enfrentarse a través del poder de las ideas.