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En Venezuela está en juego la democracia internacional

Mantendremos actualizado este editorial con los acontecimientos que se desarrollarán en los próximos días. 

(Actualizado el martes 29 de enero, 15:00pm)

Venezuela se ha transformado en el centro de atención de los gobiernos del mundo. Y es que la partida que se está jugando en ese territorio tendrá repercusiones fundamentales en los conceptos básicos del sentir democrático, de lo que entendemos por democracia. 

El pasado 23 de enero, fecha de gran significado simbólico para los venezolanos ya que en ese mismo día, hace 61 años el pueblo logró salir de la dictadura de Pérez Jiménez, personas de todas las edades y condición social, se han volcado a la calle para protestar contra el gobierno de Nicolás Maduro y apoyar la decisión de la Asamblea Nacional, que, remitiéndose a la Constitución, consideró sin validez las últimas elecciones presidenciales y, frente a un vacío de poder, declaró Presidente ad interim al Presidente de la Asamblea Juan Guaidó. Lo hicieron con una valentía que puso en evidencia la falacia de quienes, entre ellos también muchos venezolanos, criticaban, desde el exterior, la apatía del pueblo y la desunión de la oposición, de quienes clamaban sangre desde el resguardo de sus exilios, más o menos dolorosos, pero sin duda mucho más tranquilos de la cotidianidad que les toca vivir a los venezolanos día tras día. Superaron miedos y dieron el tributo de sangre que esas confrontaciones piden inexorablemente: 29 muertos, centenares de heridos y de detenidos.  

Con sus más de tres millones de emigrantes ya en el exterior y muchos otros dispuestos a recorrer los mismos caminos con tal de huir del hambre brutal, de las enfermedades y de la delincuencia, Venezuela se había vuelto un dolor de cabeza para muchos gobiernos, sobre todo, pero no solo, de América Latina. Los organismos multilaterales entendieron que se les estaba acabando el tiempo de la indiferencia y la diplomacia del hacer sin hacer nada, y, empezaron a tomar posiciones, con firmeza creciente en contra de la reelección de Nicolás Maduro y de la desautorización de la Asamblea Nacional. Cuando Juan Guaidó fue proclamado presidente, no pasó ni media hora antes que llegara el reconocimiento del Presidente Donald Trump. Con su consueta desconsideración hacia las reglas de las diplomacia y, posiblemente, para desviar la atención de su país hacia otro problema distinto de un shotdown que ya ha superado las cinco semanas, el Jefe de Estado norteamericano no ha medido las consecuencias de una actitud que bien hubiera podido reforzar los proclamas nacionalistas de Maduro y dar aliento a quienes, para defender sus intereses, se remontan a hechos históricos dolorosos liderados por Estados Unidos en toda América Latina en el siglo pasado. Efectos que afortunadamente mitigó el rápido apoyo de Canada, y de la mayoría de los países de América Latina, con Brasil a la cabeza. 

Más prudentes las posiciones de la Onu y de la UE. Prudencia que de todas formas no esconde un gran malestar con relación al gobierno de Nicolás Maduro y un firme respaldo a la Asamblea Nacional.  

Por el otro lado no se dejaron esperar las reacciones de los “aliados” del gobierno de Maduro: Rusia, China, Turquía, Irán, Cuba, Nicaragua, Bolivia. 

Putin aprovecha la ocasión para lanzar una amenaza política a los Estados Unidos, China, por su parte, piensa en sus intereses económicos ligados a las materias primas que Venezuela les está prácticamente regalando. Lo mismo vale para Recep Tayyip Erdogan de Turquía, quien hace pocos días recibió la visita del ministro de Industria venezolano Tareck El Aissami con quien firmó un acuerdo estratégico que prevé el transporte de toneladas de oro para ser refinadas en Corum, Anatolia. Es el último paso de un convenio pautado con Maduro durante la visita del leader turco a Venezuela. En cambio del oro Turquía ofreció ayuda humanitaria y bienes de primera necesidad. Y así una nación que tuvo años y años de abundancia gracias a los altísimos precios del petróleo, con riquezas suficientes para transformarse en una de las más pujantes economías de la región, pide limosnas a otros países. Una vez más Venezuela será despojada de sus materias primas, extraídas, además, sin ninguna preocupación ecológica y cuidado hacia el ambiente. En los primeros nueve meses de 2018 ya salieron hacia Turquía 23,6 toneladas de oro por un valor estimado de casi un millardo de dólares. Un negocio que quisiera aprovechar también Irán que espera recibir oro en cambio de petróleo. 

Por su posición geopolítica y sus riquezas Venezuela se ha transformado en el epicentro de una fractura que divide no solo el país, actualmente con dos presidentes, sino el mundo entero. Lo hemos visto claramente en el desarrollo de la sesión abierta del Consejo de Seguridad de la ONU, durante la cual se evidenciaron esas diferencias.   

Sin embargo lo que más está en juego en este momento es la profundización de la democracia, un valor que va más allá del posicionamiento de los países a favor o en contra de uno de los dos presidentes venezolanos. Un valor que, en esta situación, solamente podía salvar una intervención firme y clara de la Unión Europea. Dejar el protagonismo en manos de Trump y Bolsonaro hubiera significado ofrecer un respaldo a populismos diferentes pero igualmente dañinos para la democracia, así como a posiciones políticas reaccionarias y xenófobas. Hubiera significado, además, dar mucho aliento a las declaraciones de países como Rusia, Nicaragua, Cuba y China que, no solamente están defendiendo intereses propios en Venezuela, sino sus formas de gobierno igualmente autocráticas y violentas. 

Lo entendió la alta representante de la Unión Europea, Federica Mogherini y lo supieron los partidos de la izquierda democrática europea. No es casual el posicionamiento de España cuyo premier Pedro Sánchez, tras hablar con el presidente francés Emmanuel Macron y la canciller alemana Angela Merkel, buscó liderar una posición común dentro de la Unión Europea. Con una decisión conjunta la UE emitió un documento con el cual se da un lapso de ocho días al Presidente Maduro para convocar a nuevas elecciones. Tras este espacio de tiempo la Unión Europea se reserva tomar otras medidas, entre ellas la del reconocimiento de Juan Guaidó como Presidente ad interim.  

Este lunes la administración de Nicolás Maduro recibió un duro golpe: el gobierno norteamericano decidió congelar los fondos de PDVSA, (empresa estatal de petróleo), en Estados Unidos. Se trata de alrededor de siete mil millones de dólares. Son las sanciones más duras dadas hasta ahora al gobierno de Maduro. Según información del secretario del tesoro Steven Mnuchin, Citgo, filial de PDVSA en Estados Unidos, podrá continuar a operar pero las ganancias irán a una cuenta bloqueada.

Paralelamente Juan Guaidó, ha anunciado, a través de una carta con papel membrete de la Asamblea Nacional, difundida via Twitter, que asumirá el control de los bienes de Venezuela en el exterior. También dijo que nombrará una nueva directiva para PDVSA y Citgo, al fin de evitar la quiebra de la filial estadounidense.

El domingo Juan Guaidó se dirigió a los militares pidiéndoles que dejen de disparar al pueblo y muchos de sus seguidores se dedicaron a difundir en los cuarteles la ley de amnistía promulgada por la Asamblea Nacional.

Y ahora llegan las represalias. El fiscal Tarek William Saab comunicó al Tribunal Supremo de Justicia que «el Ministerio Público le ha abierto una investigación al ciudadano Juan Guaidó en razón de los sucesos violentos que han ocurrido en el país a partir del 22 de enero” y pidió que se le prohiba la salida del país, que se proceda a la enajenación de los bienes, muebles e inmuebles y al bloqueo de sus cuentas.

El premier español Pedro Sánchez clausuró un congreso de la Internacional Socialista refiriéndose a Venezuela. En su alocución reiteró su apoyo a Juan Guaidó y dijo:»Somos socialistas porque defendemos la libertad. Quien responde con balas y prisiones a las ansias de libertad y democracia no es un socialista, es un tirano. Los venezolanos tienen que sentir el aliento de la Internacional Socialista. Y los nicaragüenses también».

Venezuela, gracias a la valentía de su pueblo, se ha transformado en el país en el cual la democracia ya no admite claroscuros. En las próximas horas veremos si nos tocará asistir a su consolidación o a su anulación. 


Photo Credits: http://www.voanoticias.com/a/3863494.html

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