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El suicidio en Venezuela

En una cima de conflictos hacia el futuro, casi imposible de escalar, los venezolanos pisan suelos de sufrimientos, conmociones y anarquías comparables al suicidio de un país; sujetos a una aniquilación sistemática de los diferentes estratos sociales.

Por suerte casi siempre las crisis de suicidio son temporales, limitadas en el tiempo y en la medida en que se impartan instrucciones enfáticas para no incurrir en suicidio es posible enfocar con  inmediatez  la solución de los problemas que pudiera comenzar por: 

1. Reconocer las fortalezas y los recursos del país.

2. Liberar la negatividad opresora, anestésica,  escuchando activamente – sin críticas, sin prejuicios – las opiniones de los supervivientes.

3. Restablecer encuentros y conversaciones entre quienes están dispuestos a construir nuevos espacios.

Y es que la conducta sí importa. Importa lo que cada quien dice, lo que cada quien hace y el modo como cada quien se comporta. 

Es notorio que en Venezuela destacan en alto perfil grupos antisociales con estilos de vida antiéticos, irresponsables, ausentes de culpa y  manifiesta insensibilidad hacia los derechos de los compatriotas. Son individuos hedonistas e impulsivos que toman posesión de Venezuela con agravios y sin consideración. Esas condiciones mentales se denominan “psicopatías”.

El agotamiento de la población es tan elevado que a menudo presencia,  y ahora muchas veces participa en condiciones anormales tale como:  abuso emocional, acoso verbal , redadas de atropellos físicos, discriminación entre quienes son “buenos” y quienes son “malos” , choques entre unos y otros con piedras y objetos contundentes, violencia y homicidios con cuchillos y armas de fuego,  todo ello en la máxima ilegalidad.

Empero enojos, insultos, gestos, culpas, venganzas y asesinatos  tienen importantes antídotos.

En las orillas de un país que se desdibuja diariamente a nivel individual ante el rencor, la desesperanza y la frustración es esencial insistir en promover un liderazgo con objetivos cortos y concretos; a nivel interpersonal, corresponde distinguir claramente los protagonistas dignos de imitar; a nivel de vecindarios, vale enfatizar que es responsabilidad de todos promover normas y valores compartidos para reducir la violencia; a nivel social,  la idea es continuar los empeños para que otros países auxilien en las primeras necesidades.   

Todo ello con el ánimo de auto eficacia : modalidad que permite regular las motivaciones, los modos de pensar y los estados emocionales. 

Ser auto eficaz significa tomar decisiones para  actuar  por el presente y para el mañana escogiendo dos o tres propósitos, persistir a pesar de  fallas iniciales,  y a la vez regular las emociones que se manifiestan durante el proceso. 

Una explicación fácil sobre autoeficacia es el modo cómo las personas acostumbran a medir  los efectos de su actuación:

a) si interpretan sus actos como exitosos  aumenta la eficacia y

b) si por el contrario los interpretan como un fracaso,  se disipan todos los esfuerzos.

Lo anterior se extiende a una nación entera por la alternativa de una eficacia grupal,  o sea una cohesión social entre vecinos para intervenir a nombre de un bien común;  consiste en  colocar  todas las fichas bajo la creencia compartida  de que el todo es más que las partes. 

El empoderamiento de Venezuela no ocurre cuando la población está fragmentada, desvinculada y dividida, en cambio  las alianzas  sí hacen factibles la movilización y el  impacto integral. 

Su principal enemigo son las barreras psicológicas que existen -sujetas a una generalizada creencia de que “no hay nada que se pueda hacer” – esta frustración grupal parece tan auténtica que es aun más perniciosa que los impedimentos externos.

Falta resaltar que un conglomerado unido, en conjunto, es capaz de organizar y ejecutar acciones que pueden producir resultados visibles . La prioridad y el reto es comportarse al unísono para obtener un resultado realista, siempre entrelazado con la persistencia y la  práctica repetida.

Esta forma de participar enérgicamente en la articulación de Venezuela es uno de los caminos conducentes  a modificar el sistema antisocial en el cual está inmersa.

La estrategia para afrontar la apocalipsis se puede resumir en el lema de Virgilio Pueden, los que piensan que pueden  y es responsabilidad de cada quien ganar a la muerte y transformar una cultura de la violencia en fases graduales, planificadas y firmes hacia la ruta de la reconstrucción. 

Aunados siempre,  si queremos componer la historia de Venezuela.

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