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El sentido de la voluntad

La pandemia de Covid19 nos mantiene en una incertidumbre constante y los costos emocionales y económicos son incalculables. El miedo que difunde la OMS, que ha perdido credibilidad, las teorías de conspiración que se difunden en las redes sociales y los boletines y artículos de los medios de comunicación contribuyen a la psicosis social. Es un hecho, el dolor hace acto de presencia en las familias que han perdido a uno de sus miembros y, mientras el dolor los debilita, el temor los sigue acompañando.

La actitud que las personas toman ante los males muestra su dignidad y la manera de enfrentar las pérdidas. Opuestos como el optimismo y el pesimismo son contagiosos. El dolor de la pérdida y la enfermedad requieren de mucha fortaleza. Las emociones y los sentimientos que involucran disminuyen la energía vital, además de causar tensión, ansiedad, miedo. El dolor de la pérdida nos permite conocernos ya que, a través del proceso de duelo nos adentramos en nuestra propia intimidad. El sufrimiento por lo inevitable puede convertirse en un logro.

La adaptación a la nueva realidad requiere de fortaleza y voluntad para enfrentar las pérdidas, algunas particularmente dolorosas como son la de seres queridos, las otras que nos llenan de preocupación como son las económicas.

La voluntad es la capacidad de posponer la recompensa y la gratificación momentánea. La persona con voluntad tiene visión a futuro y prepara objetivos para llevarlos a cabo. La voluntad requiere de varios factores que tienen que ver con el temperamento, lo aprendido en la familia y la autoestima, además de actitudes como: decisión, determinación y disciplina. A quienes padecen trastornos del estado de ánimo como depresión causada por la pandemia, temor al contagio y a la pérdida de trabajo, se recomienda, soltar lo complejo para practicar lo simple: “tocar tierra”, caminar sin zapatos, abrazar un árbol, practicar ejercicio, salir a caminar, darse un baño de pueblo, observar su entorno como un turista, sentir la naturaleza, despertar los sentidos: escuchar, sentir, observar, tocar.

Algunos se ufanan en decir que en los meses de confinamiento no han salido de su casa, pero, el encierro también tiene efectos, nos vuelve temerosos, obsesivos.

La voluntad también la pierde quien está atrapado en adicciones; por más que un adicto, se esfuerce, no logra cumplir sus metas, obsesionado por la gratificación inmediata, su más grande deseo está relacionado con la sustancia. Los que lo rodean, esperan, confían, reclaman. La voluntad se intensifica con los logros, esas pequeñas acciones cotidianas como dejar malos hábitos, bajar de peso, avanzar en proyectos, ahorrar, cumplir con las deudas, en fin. La diferencia con el querer y solo desear radica en la decisión y la disciplina. Tener voluntad es consecuencia de un trabajo personal que se obtiene con esfuerzo, significa nadar contra corriente, soltar los apegos de personas con las que se vive en conflicto, cambiar de trabajo y renunciar a lo que no se puede lograr para buscar otro objetivo. La persona con voluntad, logra lo que se propone, tiene determinación, analiza, define la ruta y la meta a la que quiere llegar.

Uno de los indicadores de la madurez es tener voluntad, sentido de adaptación, de pertenencia, fortaleza y entrenamiento para poner límites a sí mismo y a los otros. La persona inmadura se caracteriza por la falta de voluntad, de adaptación, por la carencia de introspección, su ego no le permite escuchar, ni pedir orientación, no aprende de los errores, actúa por impulso y se rinde antes de llegar a la meta. Pasado el impacto de las pérdidas: del trabajo, de un negocio, de una empresa, no queda otra que recuperarse, planear, soñar, consultar con expertos y buscar apoyos económicos para continuar.

Otros esperan que alguien los rescate, pero, el orgullo no les permite pedir ayuda y se complican la vida; el que busca encuentra, “al que no habla Dios no lo escucha” dice la sabiduría popular. No queda de otra. Tenemos que adaptarnos a la nueva realidad, planear objetivos en términos de acciones de lo que se quiere lograr. La raíz del sufrimiento está en resistirnos al cambio, una ley de la física es que todo cambia nada permanece. Como dijo James Low: “La vida es simple cuando aceptas que es complicada. La vida es complicada cuando crees que debería ser simple”.

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