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El recuento de los daños

Hace un año nos enteramos de la epidemia en China y en el mes de marzo de 2020 se declaró la pandemia en el mundo. En China dicen que ya casi la domaron, pero en México estamos en los primeros lugares de muertos y contagiados. Las escuelas siguen cerradas y a pesar de que muchos están en línea, la educación a distancia no ha resultado la ideal. Hacen falta la socialización, el contacto en grupo y que los maestros estén cerca de sus alumnos. La economía sigue en caída libre. Crece el número de negocios que ha tenido que cerrar, los espacios de diversión para los cuales se habían hecho grandes inversiones están en bancarrota, millones de personas han quedado sin empleo. De poco ayudan las incongruencias de los gobiernos que se aferran a “más de lo mismo”.

El confinamiento no ha demostrado que baje las cifras de contagios. Algunas medidas han resultado incongruentes como cerrar los parques al aire libre evitando el contacto con la naturaleza que es ahora aun más importante. Para ingresar en algunas tiendas departamentales y comercios hay que superar controles como si fuera el registro de la aduana; prohíben la entrada a menores de 15 años y a los mayores de 60, (dicen que para cuidarnos), pero la medida resulta discriminatoria, excluyente y falta de criterio. No toman en cuenta que muchas personas viven solas y no tienen dispositivos para hacer pedidos en línea. La medida atenta contra el bienestar, la libertad y una vida digna con independencia y dignidad.

La salud mental de la mayoría está muy afectada, pero es notorio que los gobiernos no le dan importancia, no entienden que el miedo, la ansiedad afectan el sistema de defensas y que el costo económico y emocional que derivará de todo eso será incalculable.

Resulta sorprendente que, en China, estén regresando a sus actividades habituales, con niños y jóvenes asistiendo a las escuelas y la gente transitando por las calles y en los centros comerciales sin restricciones. Las redes sociales han resultado contraproducentes en cuanto que las falsas noticias son las que más se replican. Parece que en China el internet limitado ha favorecido la baja de las cifras. Confirma la máxima del conductismo “si algo quieres que desaparezca ignóralo. Si algo quieres que se siga repitiendo motívalo o prémialo”.

En nuestro país y en América Latina las notas alarmistas en los medios refuerzan la preocupación por los contagios, el número de fallecidos, la falta de camas en los hospitales. No toman en cuenta a los que enferman con síntomas leves, a quienes no utilizan medicinas y a quienes cuidan su salud alimentándose de manera saludable y siguiendo terapias alternativas.

Los sistemas políticos, la industria farmacéutica y la OMS se encargan de atacar todo lo que no es parte del negocio, alertan contra los tratamientos ancestrales que nos han acompañado por varias generaciones con buenos resultados como la herbolaria, la homeopatía, la acupuntura, los masajes terapéuticos y la psicoterapia que en la pandemia no ha tenido un lugar prioritario.

La salud mental debería ser tema de proyectos de gran inversión, deberían tomar en cuenta que somos seres psicosociales, emocionales y espirituales. En México el doble mensaje es la constante de este gobierno. El presidente dice que ya domaron la pandemia y resulta que él mismo quien nunca había utilizado cubrebocas y evadió la pandemia, ahora, al dar positivo al virus, nos demuestra que rezar no le sirvió como protección. Su credibilidad está en picada, como la del expresidente Trump cuando anunció que se había contagiado dejando fuertes dudas sobre su veracidad.

Las consecuencias del descuido al sistema de salud desde el inicio de este gobierno han resultado catastróficas, los enfermos graves circulan por los hospitales sin encontrar una cama, los médicos se quejan de la falta de medicamentos y los enfermos que quedaron en casa no encuentran oxígeno. En tiempos de crisis nunca falta la ley de la oferta y la demanda, el negocio se salió de control, el oxígeno se fue a las nubes. Pero que paradoja el presidente tan humilde y tan austero vive en un Palacio y se encuentra al cuidado de los médicos y de los mejores tratamientos. Finalmente, la vacuna es tema de publicidad, pero entre la falta de presupuesto y las buenas decisiones pasarán meses para que logren tranquilizar a la población y que se recupere la economía.

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