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paola maita
Photo by: Ben Seidelman ©

El lado B

Como los discos de vinilo, todo en nuestras vidas tienen un lado B, una cara que no todos ven, la versión que no todos escuchan.

La vida privada no es un concepto nuevo ni exclusivo de nadie en particular. Aun así, hace poco me he dado cuenta que he desarrollado una fascinación por conocer el lado B de las historias de los demás y de documentar el de la mía.

Hace unos días, M. nos envió una foto de su anillo de compromiso a nuestro grupo de WhatsApp. Detrás de esa foto, hay una historia de divorcio vía Zoom, de acusaciones en su contra de todo tipo, y de largas llamadas telefónicas desde hace más de un año durante las cuales he intentado contenerla.

Días más tarde, yo publiqué en mis historias de Instagram, una foto en la cual poso con una botella de vino que decía bisexualidad. Una vez más, hay cosas que esa foto no cuenta, como los años de trabajo terapéutico, de conversaciones con mis amigos y con S., de notas mentales en los márgenes de mis crónicas, o las vivencias que pocos conocen en su formato real, despojadas de los artilugios narrativos que he usado en algún momento para escribir sobre ellas.

Entiendo que tanto para M. como para mí, el publicar estas fotos fue una manera de atestiguar aquello que no podemos contar con detalles delante de todos, una forma de poder mostrar lo que quizás no podríamos enseñar de otra manera.

Sé que nosotras no somos las únicas en hacerlo. A veces, he tenido la sensación de que veo las fotos como quien analiza un problema. Ese dedo imaginario que trata de encontrar los hilos narrativos del tejido de historias que me rodean siempre intenta encontrar ese punto donde, al tirar de él, se puede adivinar el entramado.

Esto es un oficio que puede resultar peligroso. Ir intentando descoser la historia propia y de los otros conlleva encontrar nudos, partes oscuras o frágiles, que una vez que comienzan a tocarse, es muy difícil saber dónde parar.

Entiendo que esta fascinación por el lado no contado de las historias proviene de una historia familiar incompleta, contada solo desde el lado de la luz. Esas ganas de escuchar y contar la historia oculta me han hecho difícil comprender que no todo es publicable tal como pasa. Fragmentar una historia para solo mostrar de ella una parte en una imagen no fue de esas cosas que se me dieron naturalmente fáciles.

Otra dificultad ha sido el calibrar que hay un riesgo que decidimos correr cada vez que le damos a post a algo en algún sitio. Vamos bordeando el peligro de exponernos. Es muy posible llevarse un susto de ser descubierto cuando publicamos algo más real que un selfie sonriendo frente un espejo, cuando por un segundo dejamos que el otro le dé un atisbo a lo que hay detrás de la máscara que todos llevamos puesta para poder funcionar socialmente.

Me es imposible concebir las historias de las personas solo desde el lado que veo en la superficie. El lado B de las historias es el que muchas veces merece ser contado, por aterrador que pueda ser.


Photo by: Ben Seidelman ©

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