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El ascenso perverso de robots asesinos

NUEVA YORK: El desarrollo de «robots asesinos» es una nueva forma de utilizar la inteligencia humana para objetivos perversos. La creación de  máquinas de matar y destruir en una escala aún no imaginada es un concepto que ni siquiera George Orwell podría haber imaginado. Mientras tanto, las potencias mundiales continúan su ciclo de destrucción y muerte -en su mayoría de civiles inocentes- sin detenerse a considerar las consecuencias de sus acciones.

Los robots asesinos son armas totalmente autónomas que pueden identificar, seleccionar y atacar objetivos sin control humano significativo. Aunque todavía no existen armas completamente desarrolladas de este tipo, los líderes mundiales como los EE.UU., el Reino Unido, Israel, Rusia, China y Corea del Sur ya están trabajando en la creación de sus precursores.

La Oficina de Responsabilidad Gubernamental de Estados Unidos informa que en 2012, 76 países tenían algún tipo de aviones no tripulados. El Departamento de Defensa de Estados Unidos gasta más de $ 6000 millones cada año en la investigación y el desarrollo de mejores robots asesinos.

Corea del Sur está actualmente usando los robots Samsung Techwin, que el país utiliza en la zona desmilitarizada que comparte con Corea del Norte. Aunque estas unidades están actualmente operadas por seres humanos, los robots tienen una función automática que puede detectar el calor corporal y disparar una ametralladora sin intervención humana.

Israel está desarrollando un drone armado denominado Harop que podría seleccionar objetivos con un sensor especial. Northrop Grumman también ha desarrollado un avión autónomo llamado el X-47B, que puede volar en una ruta de vuelo preprogramado mientras que está siendo supervisado por un piloto en un barco. Está previsto que entre en servicio activo en 2019. China también se está moviendo rápidamente en esta área. En 2012 ya contaba con 27 modelos de aviones no tripulados armados, uno de los cuales es un avión de combate autónomo supersónico.

Los robots asesinos siguen la generación de drones y, como con aviones no tripulados, su uso potencial también está creando una serie de problemas de derechos humanos, legales y cuestiones éticas. Funcionarios militares afirman que este tipo de arma protege la vida humana y pone a soldados y pilotos fuera de peligro. Lo que no dicen, sin embargo, es que las vidas protegidas son las de los ejércitos atacantes, no las de los civiles en su mayoría son sus objetivos, cuya muerte prematura es eufemísticamente llamada “daños colaterales”.

Según Denise García, experta en derecho internacional, cuatro ramas del derecho internacional se han utilizado para limitar la violencia en la guerra: la ley de la responsabilidad del Estado, la ley sobre el uso de la fuerza, el derecho internacional humanitario y los derechos humanos internacionales. Como se llevan a cabo actualmente, los ataques con drones violan todos esos principios.

Desde el punto de vista ético, el uso de estas máquinas presenta un dilema moral: al permitir que las máquinas para hacer decisiones de vida y muerte, eliminamos la responsabilidad de las personas por sus acciones y la consecuente rendición de cuentas. La falta de rendición de cuentas casi asegura futuras violaciones de derechos humanos. Además, muchos expertos creen que la proliferación de armas autónomas hace inevitable una carrera armamentista.

Mientras las Naciones Unidas está tratando de negociar el uso futuro de las armas autónomas, los representantes de Estados Unidos y el Reino Unido apoyan reglas más flexibles que prohíban la tecnología del futuro, pero no los robots asesinos desarrollados durante el período de negociación.

La necesidad de una prohibición del desarrollo y uso de este tipo de arma es urgente. Como Christof Heyns, Relator Especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias declaró recientemente: «Si no hay una prohibición preventiva de las armas autónomas de alto nivel, una vez que el genio ha salido de la botella será extremadamente difícil conseguir introducirlo de nuevo».

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