Nunca he sido bueno en los deportes, porque justamente nunca se me dio la oportunidad en la escuela de jugar, nada. Para hacerles el cuento corto: yo era el niño “Que mala suerte” y es que, en mis tiempos, a la hora de conformar un equipo de cualquier cosa en el cole, todos nos poníamos pegados a la pared y los capitanes iban seleccionando a los jugadores; por ejemplo: «dame a Carlitos, dame a Pedrito, a Luis», y así, hasta que quedaba yo de último y entonces a quien le tocaba seleccionar decía: “Que mala suerte”.
Pero no todo era malo; pues, al no tener que jugar nada, tenía más tiempo de leer y de ver TV, dos pasatiempos que me prepararon (sin yo saberlo) para desarrollar dos oficios que más que trabajos son una pasión: la escritura y la comedia.
Tengo la fortuna de haber crecido en los años de La Radio Rochela y me divertía muchísimo con: El Portu Francisco, Los Colombianos, Gustavo el Junior y por supuesto con las parodias a los políticos. Podría decir que una de las personas que me animó, o que sembró la semilla de la comedia en mí fue Juan Carlos Pérez, hermano de mi tío Giovanni, quien me decía: “Carajito tu pareces hijo de ese tal Laureano Márquez, te pareces físicamente mucho a él y hasta gracioso eres».
Así que gracias a Juan Carlos, comencé a entrenar para parecerme a Laureano. Era conocido que Márquez era un tipo muy inteligente por lo que me puse a leer de política, filosofía, arte, teología. En cuanto a lo físico y para poder parecerme en verdad a este ídolo de la comedia, comencé a degustar: callos a la madrileña, fabada asturiana, cocido gallego, pulpo, empanadas, y todos esos manjares que contribuyen a tener una “barriga deseable” (que afortunadamente aún ostento).
A medida que iba creciendo, mi parecido con Márquez era cada vez mayor, de hecho en el liceo y posteriormente en la Universidad era conocido por el mote de “Laureanito”. Mi encuentro con este gran cómico Venezolano ocurrió gracias a mi entonces profesor de filosofía Virgilio García (hoy también comediante), quien me mandó a entrevistar a Laureano acerca de la Postmodernidad. Márquez al verme exclamó:
– Chamo, pareciera que me estoy viendo en un espejo, eres igualito a mí. Siento que hablo conmigo mismo (o bueno más o menos algo así).
Sus palabras me hicieron seguir adelante, de hecho mi meta se convirtió en una obsesión: yo tenía que ser el doble de Laureano.
Comencé a leer más y también a comer más, parecía que lo estaba logrando… Pero Laureano perdió el norte. Por alguna razón que desconozco, él comenzó a cuidarse, a hacer ejercicio y a bajar de peso. Algo que yo obviamente no vi, pues seguí comiendo…
Han pasado años de esto, y aún sigo luchando por ser el doble de Laureano. Según mi nutricionista falta poco, pues Laureano debe pesar como 70 kilos, y a mí me debe faltar poco para llegar a 140 Kilos. Es decir, el doble de lo que pesa Laureano.
Moraleja: Sé específico con el universo cuando le pidas algo, pues, por lo visto, todo se lo toma textual.
Photo Credits: Shane Byrd