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diego maradona documental
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Diego Maradona en un documental

Diego Maradona (2019). 130 minutos. Dirigida por Asif Kapadia, director británico de ascendencia india, la tierra de Vasudeva, otro famoso como el Diego. Kapadia ha dirigido anteriormente el documental Amy (2015) ganador del Oscar, Senna (2010) y algunos capítulos de esa serie mítica de Netflix, Mindhunter.

Borges odiaba el fútbol, pero una obra maestra como su cuento “Esse Est Percipi”, precisamente trata de los partidos de fútbol y la realidad virtual. Pero es de otro Borges, que este documental sobre la vida del más grande, me hizo acordar.

Fernando Signorini, su preparador físico, lo vio muy claro: “Con Diego voy hasta el fin del mundo. En cambio con Maradona no doy ni un paso”.

La dualidad es una realidad con la que el individuo tiene que batallar a diario, sobre todo el moderno y posmoderno. Con una maestría brillante Georgie nos ilustra ese aspecto definitivo del ser humano en un texto escrito en Cambridge, MA, mientras estaba sentado en una banca que miraba hacia las aguas contaminadas del Charles River. Se llama “Borges y yo”, cito solo un fragmento: “Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor”.

Desde que salió de Villa Fiorito con toda su familia, un asentamiento humano o villa miseria o pueblo joven o shantytown como los muchos que hay en todo el mundo, para firmar por Argentinos Juniors, Diego debió crear a Maradona y la tensión entre ambos personajes lo acompañó a lo largo de su vida. Su motivación vital la presenta el Potro Rodrigo, gran olvidado en el documental: “tal vez jugando pudiera a su familia ayudar…”.

Como lo dice una de sus hermanas, él, Diego, desde los quince años se puso la familia al hombro con un objetivo claro: no volver a Fiorito. Era, obvio, una tarea durísima, para un chico, un adolescente, como era Diego en ese momento. Y era una carga enorme, enorme.

En estos días en los cuales Italia está en cuarentena por el Coronavirus, mágicamente, el documental actualiza esa mirada del norte de Italia hacia Nápoles y los napolitanos, hacia Diego y el equipo humilde que, aparentemente con dinero de la Camorra, logra conseguirse al mejor jugador del mundo. En los estadios de Turín o Milano, los cánticos y las banderas, los saludos a los “negros” de Italia, a los africanos de la bota, abundaban. Muchos decían: “Lávense”, “Napolitanos, la peste de Italia”, “Napolitanos traen el cólera”, “Napolitano, napolitano, que el Vesubio te desinfecte con fuego”.

No sabían que ese muchacho, ese “negrito” de Fiorito, de una Villa Miseria, como lo comenta alguna voz argentina en el documental, se inspiraba con eso, se rebelaba con su maestría de “negro” pícaro y genial. “Para Diego, eso, precisamente era combustible: su rebeldía contra la injusticia, el racismo, la desigualdad”.

Tomó un tiempo, obvio, hasta Dios necesitó siete días para crear el mundo, pero Nápoles y el Napoli ya no fueron lo mismo. Pasó de luchar por la permanencia, a ganar en los años siguientes dos scudettos, dos coppas de Italia, una copa UEFA.

La ciudad hizo de Diego, D10S y también de Maradona. La cocaína y las continuas infiltraciones hacían que el negocio Maradona funcionara sin problemas y el dinero circulaba a montones para todos quienes vivían de su fama y gloria.

El Diego, es un personaje singular, mítico, precisamente por su negrura que es la misma del mito de Krishna. Cuestiona los nacionalismos y el status quo. Antes de esa inolvidable semifinal de Italia 90’ en la que Argentina derrota a Italia en Nápoles, en el San Paolo, D10S le pide a los napolitanos que lo apoyen porque él les había dado tanto, pero tanto. Los napolitanos deliberan, cuestionan su lealtad a Italia, pero finalmente se decantan por apoyar a su país.

Después de esa final perdida contra Alemania, el Diego se queda solo, y Maradona toma control absoluto de su vida, el resto es historia. Un personaje, amado, odiado, pero un D10S del pueblo, un negro, un negrito que desafió a todos. Te quiero, Diego, gracias por darnos tanto, no lo merecíamos.

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