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Cesar Chelala
Photo by: Alexas_Fotos© from Pixabay 

Desafíos y perspectivas de la pandemia del coronavirus

En consideración de los múltiples análisis y reflexiones que genera y también requiere una situación tan delicada como la que estamos viviendo, hemos decidido ceder el espacio del editorial a personalidades quienes, desde diferentes profesiones y experiencias, nos ofrecerán su visión sobre el futuro que nos espera, o quizás, más bien, el futuro que podemos construir.

 

El día 19 de Mayo de 2020 ocurrieron en Brasil dos hechos dignos de destacarse: por primera vez hubo en el país más de mil muertes por el COVID-19 y su presidente, Jair Bolsonaro, dio una entrevista a través de Instagram al sitio web Blog de Magno durante la cual dijo, riendo: “El que es de derecha toma cloroquina, el que es de izquierda toma Tubaína”, una marca de gaseosas del interior del estado de San Pablo.

Una de las consecuencias más marcadas de la pandemia del coronavirus es que puso en evidencia la estupidez e insensibilidad de numerosos políticos a nivel mundial. Salieron a flote en sus respuestas a la pandemia.

Como bien dice el dicho popular “Dios los hace y ellos se juntan”. Tanto Jair Bolsonaro como Donald Trump promovieron el uso de la cloroquina y uno de sus derivados, la hidroxicloroquina -medicamento usado contra la malaria- para combatir el Covid-19. Hicieron eso contra la opinión de sus propios expertos, quienes resaltaron el alto riesgo de tomar esa medicación por sus consecuencias negativas sobre el corazón. Puede incluso provocar la muerte de quienes los ingieren.

Que esto ocurra en Brasil, que es uno de los países más afectados por el coronavirus a nivel mundial con más de mil muertes diarias y en Estados Unidos con más de 94.000 muertos y más de 1 millón y medio de personas infectadas, da una idea de cuál será uno de los desafíos más grandes que nos impone la pandemia del coronavirus: cómo superar las actitudes destructivas de muchos dirigentes políticos, quienes anteponen sus intereses personales y creencias esotéricas, a los de sus ciudadanos.
La pandemia del coronavirus, como pocos eventos a nivel mundial, ha revelado, de forma inusitadamente clara, lo mejor, y lo peor de las personas. Lo mejor, porque ha mostrado cómo, gracias al heroico trabajo de cientos de miles de trabajadores de la salud se han salvado millones de personas que hubieran podido morir por una infección mortal. Lo peor, porque líderes como Bolsonaro y Trump, con su negativa a aceptar la peligrosidad de la pandemia, han puesto en situación de riesgo a millones de ciudadanos.

En el caso del presidente Trump, su conducta es aun más grave porque ha mostrado las características más racistas de su personalidad. Acorde con sus principios, ha ordenado a sus oficiales suspender la inmigración por tierra de miles de personas que migran a los Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida. Además, y esto representa un riesgo tremendo para la salud en los países receptores, ha ordenado devolver a sus países a pacientes infectados con el coronavirus. 

En estos momentos, tanto en Brasil como en los Estados Unidos, el número de infectados continúa aumentando rápida e inexorablemente. San Pablo, la ciudad más grande del hemisferio occidental, se está convirtiendo rápidamente en un centro álgido de la pandemia y los hospitales ya están al colmo de su capacidad de respuesta.

“Es un cuerpo detrás de otro, no paramos,” dice James Alan, un coordinador de sepultureros de Vila Formosa, una gigantesca necrópolis de San Pablo, en una entrevista de Carlos Meneses Sánchez para la agencia EFE. La carga de trabajo es tan grande, dice Alan, que frecuentemente tienen que realizar algunos entierros a oscuras, alumbrados sólo por la luz de sus teléfonos celulares. La situación es tan acuciante que el gobernador del Estado de San Pablo declaró: “En Brasil tenemos dos tipos de virus, el coronavirus y el Bolsonaro virus”.

Otra de las consecuencias provocadas por la pandemia es que se ven ahora claramente las deficiencias de los sistemas de información, que no permiten tener una idea adecuada de la extensión y progresión de la pandemia, datos fundamentales para saber cómo combatirla. Este es un problema especialmente grave en los países en desarrollo cuyos sistemas de salud, ya deficientes, se ven desbordados por las nuevas circunstancias. En Brasil, expertos en salud pública estiman que las cifras reales sobre la pandemia son 15 veces más altas que las que se dan a conocer oficialmente.

Dadas estas circunstancias y en vista de la gran variabilidad de manifestaciones del coronavirus, es imposible predecir lo que ocurrirá en los próximos meses, y hasta cuándo tendremos que lidiar con los efectos de la infección por el coronavirus.

Mientras tanto, conviene continuar con las medidas de prevención para evitar que la pandemia cause muchas más muertes innecesarias, que las que ha causado hasta ahora.


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