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La influencia de la degradación ambiental en la salud de la mujer y el niño

En 1975, en la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer en Ciudad de México, la Dra. Vandana Shiva, una académica y activista ambiental, introdujo el tema de la relación de las mujeres con el medio ambiente. En ese evento, se manifestó la preocupación por el agotamiento de los recursos forestales y el papel de la mujer en la agricultura, y se hizo una relación entre el impacto del medio ambiente en el desarrollo y la salud de las mujeres.

En el año 2000, Susan Buckingham-Hatfield, académica de la Universidad de Brunel en Londres, publicó el libro Gender and Environment (Género y Medio Ambiente) donde presentó todas las áreas claves en la relación género-medio ambiente, destacando las relaciones e interacciones a nivel de la familia, la comunidad y a nivel internacional. Allí mostró como los problemas del medio ambiente tienen un impacto diferente en las mujeres y en los hombres.

Durante las últimas décadas, la demanda de recursos por procesos industriales ha sido responsable del aumento de los niveles de contaminación y de la degradación del aire, el agua y el suelo. Además de la explotación ilimitada de los recursos naturales, las prácticas agrícolas inadecuadas han tenido efectos devastadores sobre el medio ambiente y sobre la salud y calidad de vida de las personas siendo las mujeres –especialmente aquellas que están embarazadas- y los niños, que viven en zonas marginales en los países en desarrollo, los más afectados.

Cuando la mujer está expuesta a sustancias tóxicas en el lugar de trabajo, cada paso en su sistema reproductivo puede ser alterado por las mismas. Esas sustancias, se ha demostrado, pueden aumentar el riesgo de aborto, defectos en el feto, retraso del crecimiento fetal y muerte perinatal.

Como la nutrición fetal es totalmente dependiente de la madre, los factores que afectan la nutrición materna y la salud materna también afectan al feto. Por ejemplo, las deficiencias nutricionales de las madres (como la falta de vitaminas o minerales) pueden aumentar la proporción de niños con bajo peso al nacer, y tienen un mayor riesgo de mortandad durante la infancia.

La exposición de las mujeres embarazadas a diversos contaminantes físicos y químicos puede afectar el desarrollo intrauterino. A pesar de que la placenta es una barrera eficaz contra muchas sustancias, algunos tóxicos pueden atravesarla y entrar en la sangre del feto, a veces alcanzando concentraciones más altas que en la madre. Algunas de estas sustancias pueden incluso afectar al feto, pero no la madre.

En las dos primeras semanas después de la concepción, el embrión puede ser fatalmente dañado por sustancias tóxicas como el benceno, el plomo o el metilo de mercurio. La exposición a sustancias tóxicas entre la tercera y la novena semana de embarazo puede dar lugar a graves malformaciones de los órganos fetales, que en esta etapa se han empezado a desarrollar.

La exposición de las mujeres embarazadas a altas dosis de radiación también puede tener graves consecuencias para el feto, sobre todo cuando se produce la exposición entre la octava y la decimoquinta semana de embarazo. Durante este período, la corteza cerebral se está desarrollando y es particularmente vulnerable a los factores de este tipo, que pueden causar retraso mental grave.

Por lo menos el tres por ciento de los bebés nacen con defectos de nacimiento, el 10 al 15 por ciento de los cuales son causados por la exposición a factores ambientales tales como productos químicos, radiaciones, los virus y las drogas. Los niños son más susceptibles que los adultos a la contaminación del medio ambiente, ya que están en el proceso de desarrollo, y su sistema inmunológico y los mecanismos de desintoxicación no han alcanzado su pleno potencial.

Como resultado, los agentes tóxicos presentes en los alimentos, el aire y el agua tienen un efecto más grave. Los niños absorben más plaguicidas, y alcanzan una mayor concentración de algunos agentes tóxicos que los adultos. Los niños también carecen de la experiencia y los conocimientos necesarios para reconocer algunas situaciones como potencialmente perjudiciales para ellos.

La calidad del medio ambiente determinará en gran medida si un niño va a sobrevivir su primer año de vida y cuan bien se va a desarrollar. En las poblaciones que viven en un ambiente libre de influencias ambientales tóxicas, sólo uno de cada 100 niños muere antes de su primer cumpleaños. Sin embargo, en las comunidades pobres que carecen de los servicios básicos de salud y donde la comunidad está fácilmente expuesta a factores ambientales nocivos, hasta uno de cada dos niños pueden morir antes de la edad de un año.

Todas estas consideraciones subrayan la importancia de mantener un medio ambiente libre de tóxicos que contribuya a la salud de las personas, y que no sea un factor de enfermedad y mala calidad de vida en las mismas.

El Dr. César Chelala es consultor internacional de salud pública y autor de «Impacto del Medio Ambiente sobre la Salud del Niño» y “Salud Materna”, ambas publicaciones de la Organización Panamericana de la Salud.

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