Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Cesar Chelala

Cuando un hermano se va

Como era de esperar, la noticia me cayó como si una bomba hubiera detonado cerca de mi. Cómo es posible, si yo hablé con él hace solo 4 días y parecía estar muy bien? Cómo es posible, si él es menor que yo? Cómo es posible, si los aires de Tafí del Valle, su pueblo adorado, parecían mantenerlo en un estado de envidiable salud y bienestar? Fue posible, como todas las circunstancias difíciles de la vida son posibles. Y yo siento un vacío y una angustia difíciles de contener.

Para aquellos que decidimos emigrar hacia otros países con nuevas normas culturales cada pérdida se siente mucho más grande, como si los miles de kilómetros que nos separan de nuestro punto de partida fueran contados con una nueva fórmula matemática y de repente, esos miles de kilómetros no son miles sino que, por arte de magia, se transformaron en millones de kilómetros.

¿Cómo explicar esta paradoja? Creo que no es difícil. Cuando emigramos dejamos un tejido familiar, social y cultural conocido y que, sin darnos cuenta, nos ofrece apoyo y sustento afectivo. Solo nos damos cuenta de ello cuando no lo tenemos más. Para aquellos con pocos lazos familiares -con mi esposa solo tenemos a nuestra hija que vive en otro estado y mi hermana menor y su compañero. En esas circunstancias, las pérdidas afectivas se sienten mucho más.

Una de las razones que más me atraía de la posibilidad de retornar a mi país después del largo lapso impuesto por la pandemia era juntarme de nuevo con mi hermano, hacer los mismos chistes tontos, gozar de las mismas comidas, visitar viejos amigos y familiares. Ya no podré hacerlo más. Y siento como si hubiera caído en el cráter de un volcán. También, es preciso decirlo, quería cicatrizar viejas heridas, explicar viejos malentendidos. Ya no podré hacerlo.

Lamento que mi hermano no hubiera realizado totalmente el enorme potencial que tenía como profesional. Creo que era demasiado honesto en un medio donde la honestidad no es una virtud. Y me siento un poco culpable de ello. Mientras yo trabajaba afanosamente por abrirme camino en un medio desconocido y con reglas de juego diferentes, el cargó sobre sus hombros mantener la unidad familiar y ser el apoyo que mis padres y hermanos necesitaban. Nunca pude decirle esto claramente. Ricardo, querido hermano, nunca terminaré de agradecer tu sacrificio. Quedo en deuda contigo. Te quiere. César

Hey you,
¿nos brindas un café?