Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
cien anos de soledad
Photo Credits: Secretaría de Cultura de la Nación ©

Cien años de Netflix

El pasado miércoles, Netflix anunció que haría una adaptación cinematográfica de Cien años de Soledad, la famosa obra de García Márquez. Este proyecto representa la tercera gran producción en español de la cadena, luego de Narcos, y Roma.

Para mí, la noticia significó una gran alegría. La historia de Cien años de soledad me ha acompañado durante casi toda mi vida lectora. Además de esta razón personal, me gustó que los productores dieran la garantía que se usarían actores latinos, y no, no porque me esté convirtiendo en xenofóbica, al contrario. Pienso que el relato de los Buendía y Macondo representa para todos los latinoamericanos una mirada íntima a la historia de todos nuestros países de una u otra manera. Es como cuando tenemos una anécdota tan personal, que nadie la puede narrar mejor que nosotros porque la vivimos.

Siempre como admiradores de alguna historia que tiene un formato en específico, tememos que la adaptación pueda dañar esa narración a la que le tenemos tanto cariño. Este temor viene fundado en experiencias anteriores o en la percepción de que al modificar el medio de la narración, hay cosas que se pierden. Lamentablemente, esta es una consecuencia inevitable.

Cuando adaptamos historias sucede como cuando trasladan a unos animales de hábitat. Las cosas que eran funcionales en un lugar, en el otro no nos sirven para nada; o tenemos que aprender cosas nuevas para poder sobrevivir.

No pretendo con esto, de ninguna manera, decir que hemos de ser condescendientes con las adaptaciones. Decir esto sería permitir que cualquier cosa es válida, lo cual no es la idea.

El punto es que hay que permitir que la adaptación pueda tener una vida propia, y que sí, hay que recordar que viene de otro lugar, pero también tener en cuenta que la visión de quien la adapta puede aportarle nuevos detalles que nos pueden resultar igual de entrañables que los originales. También vale decir que hay cosas que cuando se quitan de las adaptaciones es porque se prevé que no funcionarían, no por mala fe.

No sé qué opinaré de la serie de Cien años de soledad cuando salga, pero sí sé que intentaré apreciarla lo más objetivamente posible, si es que esto tiene sentido decirlo. Quizás las mariposas amarillas logren trasladar su magia al cine y sean tan emocionantes como la primera vez que me las imaginé.


Photo Credits: Secretaría de Cultura de la Nación ©

Hey you,
¿nos brindas un café?