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Cárcel a los padres que maltratan a sus hijos

El gobierno de Jalisco, (México) en plena pandemia, se dio a la tarea de sancionar en asuntos privados. Va directo a la amenaza, al castigo y a las multas económicas.

El tema se convirtió en asunto mediático cuando el Congreso de Jalisco aprobó una ley propuesta por el gobernador Enrique Alfaro: reformar los códigos penales y civiles de Estado, así como la ley de los Derechos de los Niños, Niñas y adolescentes. La reforma establece que la patria potestad confiere derecho, deber y responsabilidad en lo que se refiere la aplicación de manera prudente la disciplina en la crianza de los hijos. Queda prohibido el castigo corporal.

Los papás que den nalgadas de manera severa podrían terminar en prisión de seis meses a cinco años o perder la tutela de sus hijos. El niño puede hacer la denuncia cuando sea víctima de castigo corporal. El juez será el encargado de ver si procede la denuncia del menor. Queda la duda de si la premura por aprobar la ley sirve de cortina de humo o si es un tema electorero.

La violencia intrafamiliar y cualquier tipo de violencia ya estaba tipificada como delito, inclusa la posibilidad de castigar a los padres con quitarles a los hijos. En ese caso los niños quedarían al resguardo de las instituciones y, después de un tiempo, un juez analiza la situación y decide si pueden volver con sus padres. La otra duda es: por qué no consultaron a profesionales expertos en el tema, antes de aprobar la ley.

El problema actual en cuanto a disciplina es muy complejo: las familias están desintegradas, los padres carecen de empleo, les falta la capacidad de obtener respeto de sus hijos, no saben aplicar los límites, los niños son irreverentes y no respetan la autoridad. Las consecuencias de la época actual son los problemas sociales que nos aquejan: abuso de drogas, embarazo en las niñas, obesidad, desintegración familiar.

A estos se agregan en la actualidad, los causados por la pandemia: crisis sanitaria, económica, social, mental, pobreza. Sin contar los que ya teníamos ocasionados por la delincuencia y el narcotráfico. El gobierno tiene la obligación de dar alternativas antes de enviar a los padres a prisión. Se me ocurre que sería ideal mandarlos a un retiro de un par de semanas en el cual ofrecerles terapia grupal, cursos de manejo de conflictos, control de impulsos. También se deberían dar clases de nutrición para que aprendan a alimentarse y así matamos dos pájaros de un tiro: la obesidad y la diabetes. Muy importante también aprender a manejar la economía doméstica, porque en muchas familias gastan más de lo que ganan.

Es fácil para un gobierno amenazar, asustar, cobrar multas y mandar a prisión. La verdad es que son tantos los delincuentes que no hay espacio en las cárceles. Comentó la directora de una prisión que hasta duermen parados.

Anteriormente la educación incluía el golpe físico, hasta los maestros daban sus reglazos, muchos de mi generación recibimos castigos severos y en algunos casos no nos quedaron traumas aunque no todos pueden decir lo mismo.

La educación que recibimos tenía como base: el respeto, la disciplina, el temor a los padres y a Dios. Las reglas tan estrictas nos dieron formación y mucha tolerancia a la frustración. Desde que entró la psicología en los medios de comunicación, el enfoque fue hacia el maltrato físico y psicológico y se cometió el error de decir que todo es causa de trauma. Como consecuencia pasamos de la cultura autoritaria al extremo de la permisividad y del consumismo.

Hoy en día los hijos se han vuelto pasivos, dependientes de la tecnología y de sus padres, de manera que se han incrementado los “ninis”. Los padres no saben cómo educar, no quieren seguir el modelo de sus mismos padres y, al mismo tiempo, no saben poner los límites con firmeza.

Pegar a un hijo es legal en los 50 estados de los Estados Unidos cuando se trata de ejercer disciplina. No hay una ley federal que regule cómo actuar en estos casos y cada estado posee sus propias leyes que determinan cuándo se cruza la línea entre la disciplina y el abuso. Incluso es legal dar nalgadas o golpear a los niños en las escuelas públicas de 19 estados como una forma de imponer disciplina. Hasta el Papa Francisco, acepta que los padres les den nalgadas a los niños como mecanismo de disciplina, siempre y cuando mantengan su dignidad. Agregó que los rasgos de un buen padre son: corregir con firmeza, ser capaz de perdonar y no humillar a su hijo. La recomendación de Pitágoras sigue vigente: “educa a los niños y no será necesario castigar a los hombres”.

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