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De Blancanieves a Elsa: Sobre femicidios y princesas

Las princesas de Disney han sido un fenómeno cultural que levanta discusiones apasionadas alrededor de su influencia en el rol de la mujer dentro de la sociedad.

Ha habido muchas críticas que dicen que estos personajes promueven el estereotipo de una mujer “frágil y dependiente” que necesita a un príncipe que venga a rescatarlas, pero creo que ha faltado algo en esta visión tan superficial del asunto.

Lo primero que hay que tener en cuenta, es que muchas de esas historias provienen de cuentos nacidos en el seno del folklore de diversos lugares, como Francia, Alemania, países nórdicos, entre otros; y que primero fueron recopiladas por los Hermanos Grimm y  luego adaptadas a una versión para niños por parte de los estudios Disney. Habiendo pasado por toda esta refinación, es evidente que el producto final estará influenciado por diversas visiones que a su vez están marcadas por épocas y lugares; por tanto, es un poco irresponsable emitir una opinión desde lo superficial en un asunto que tiene un complejo fondo social e histórico.

Aclarado esto, es evidente que una princesa como Blancanieves, que viene del folklore alemán tradicional -adaptada en los años 30 por Disney- no será igual que Elsa o Anna, basadas en un cuento del danés Hans Christian Andersen, y adaptadas por el mismo estudio en el 2013. Claro que no pueden ser iguales dos personajes contextualizados en épocas tan distintas.

Creo, sin que esto implique la ausencia de un interés comercial, que Disney ha reflejado la reforma del pensamiento social sobre los roles de la mujer en las sociedades occidentales, pero eso no quiere decir que todo el trabajo esté encaminado y hecho.

Este año ha habido al menos tres femicidios que han conmovido a Latinoamérica: Marina Menegazzo, María José Coni y, el más reciente, el de Lucía Pérez. Los dos eventos (recordemos que los de Marina y María José fueron conjuntos) han tenido tintes terroríficos, tanto en lo sucedido en sí como en algunas reacciones que generaron. Recuerdo que en el caso de Marina y de María José hubo personas que escribieron cosas tipo “¿Por qué andaban solas?”, “Eso les pasa por irse con desconocidos”, “¿Por qué estaban vestidas así?”, entre otras; mientras que en el caso de Lucía he leído frases como “eso le pasa por drogadicta”.

Hay veces en las cuales estas personas han tratado de excusarse diciendo que sus comentarios habían sido solo un chiste, pero la verdad es que, desde el chiste, se dicen las verdades. Sé que no hay humor que sea políticamente correcto, porque no hay risa sin bufón; sin embargo, hay temas, cosas o personas que simplemente no pueden ser tomadas como tal.

Siempre se ha centrado este tema alrededor de la mujer y de como debe “cuidarse porque es una princesa”, y aunque las homónimas de Disney han evolucionado, me parece que la mayor parte de la sociedad no ha hecho su trabajo para progresar en su misma visión. Seguimos atrapados en una perspectiva de Blancanieves, cuando ya Elsa fue capaz de construir su propio castillo; e insistimos en una educación que promueva la defensa de la mujer, en vez de la prevención de estos eventos.

Sé que los temas sociales no tienen una solución única que funcione en todos lados, pero hoy mi propuesta es esta: Construir una nueva visión de princesa y de príncipe para las futuras generaciones que parta desde el respeto mutuo y no desde el salvador/salvada o depredador/presa. Necesitamos cuentos de hadas nuevos que transformen la sociedad desde el fondo, y no desde la forma.

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