Finalmente pudimos despedir un año aciago, uno de los peores de nuestras vidas.
El 2020 ha deshilachado todas nuestras seguridades y ha mostrado la fragilidad de nuestros cuerpos. Nos ha enfrentado a la pequeñez de los seres humanos y nos ha mostrado cuán reducida es la tierra y cuán interconectadas están nuestras sociedades. Dolor y muerte han entrado en muchas, demasiadas casas. En Estados Unidos gran parte de ellas pertenece a las comunidades latinoamericana y afroamericana. En América Latina la Covid-19 ha añadido sufrimiento al sufrimiento prácticamente en la región entera. Aun un virus que parecía golpear a todos por igual se ha enfrentado con la desigualdad de las sociedades. Cual oleada que deja en la orilla ramas y algas hasta ese momento escondidas debajo del mar, la pandemia ha puesto en evidencia las graves disparidades y asimetrías por las que atraviesan los países. Todos sin excepciones. ¿Qué sacaremos de esta enseñanza? Es la gran pregunta a la cual tendremos que enfrentarnos.
Despedimos el 2020 y saludamos el nuevo año con la alegría de quien puede ver luces al final del túnel. Hay razones objetivas que nos permiten abrigar esperanzas.
Gracias a la ciencia y a la tecnología se ha logrado descubrir una vacuna en tiempo “record”. El intercambio de experiencias y las comunicaciones en tiempo real entre investigadores y científicos, algo simplemente inimaginable hace no mucho, han obrado el milagro.
Una luz se prendió en Argentina. La aprobación del derecho al aborto en ese país es uno de los logros más importantes de los últimos años. No solamente para las mujeres sino para las sociedades de toda América Latina. Al momento la mayoría de los países admiten el aborto solamente en casos de extrema peligrosidad para la vida de la mujer y en Honduras, Nicaragua y República Dominicana, lo castigan con la cárcel sin excepción. En una región signada por la pobreza y las diferencias sociales, criminalizar el aborto es de por sí un acto criminal. El paso que han dado los argentinos marca un hito en la historia de los derechos humanos y abre una esperanza para los demás.
Otra luz que nos llena de optimismo es el cambio de presidencia en Estados Unidos. El día en el cual Donald Trump saldrá de la Casa Blanca para dejar el despacho oval en manos dignas, será un momento de enorme alivio y alegría para la humanidad entera y sobre todo para nuestro planeta.
Tanto Joe Biden como Kamala Harris han anunciado cambios drásticos en la relación con los científicos y en el manejo del calentamiento global. Quizás todavía estemos a tiempo de evitar males peores para la humanidad.
Las migraciones aumentarán inevitablemente. La pandemia y las condiciones climáticas extremas obligarán a miles de personas a abandonar sus países aun a sabiendas de que en ese tránsito podrían ser objeto de abusos y encontrar la muerte. El Presidente Biden deberá enfrentar una situación de por sí difícil que está destinada a empeorar. Y no solo, deberá sanar las heridas que deja el manejo político inhumano y cruel de la pasada administración. ¿Lograrán encontrar a los niños que, separados de sus padres por las políticas del gobierno de Donald Trump, están ahora desaparecidos?
Otra luz la encendieron los jóvenes quienes, en cualquier parte del mundo, se han rebelado a los gobiernos corruptos, a la desigualdad, al populismo vacío de contenidos y a los gobiernos autoritarios. Son jóvenes que nacieron en una época en la cual, para el bien y para el mal, las fronteras son siempre más fluidas. Son jóvenes quienes se enteran en tiempo real de lo que les pasa a sus coetáneos en el lado opuesto del mundo. Lo viven, lo sufren, participan, lanzan peticiones para salvar vidas y organizan protestas internacionales para salvar el planeta. Ellos representan la esperanza del cambio.
En lo que se refiere a ViceVersa Magazine empezamos el 2021 con mucha energía, dispuestos a trabajar más y mejor para ofrecer a nuestros colaboradores una plataforma que enaltezca sus ideas y creatividad, a los lectores un producto que llene sus expectativas y a los afiliados un espacio del cual puedan sentirse orgullosos.
¡FELIZ AÑO A TODOS!
Photo by: Dennis Skley ©