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Adrian Ferrero

Artes en diálogo (III)

Vivi Nikow
Pintura: Vivi Nikow
Título: PRIMA NATUS ACHENE
Técnica mixta sobre tela. – díptico 124 cm x 124 cm. 2014

Inquietante suspensión

Impacto. Pastos, hierbas, púas, un pastizal. Un conjunto de plantas que nacen de modo acentuado (sus colores son distintos, bien es cierto), un posible tejido vegetal que ¿estará bajo tierra? ¿brotan, nacen, se despiertan al mundo, se desperezan en la superficie? Pero también son como vainas. Pueden ser aguzadas (¿quién puede saberlo? en la pintura todo es posible, hasta lo siniestro). El arte en general, es el territorio inconmensurable de lo lúdico, de la libertad subjetiva, de lo candoroso, de lo amoroso a lo terrible. Hay algo lúcido en el arte: su fundamento. Lo que antes no estaba, ahora comienza a existir. Su génesis. Estas púas pinchan, tienen extremos aguzados. Me acerqué. Toqué una. Sí, el conocido juego de ficción y realidad tuvo lugar. Me introduje en la pintura con la expectativa de descubrir en qué consistían estas púas. Hay vegetales con púas. Como las rosas. Son tan bellas las rosas amarillas. Y es tan terrible tomarlas entre las manos. Tiene un costo altísimo.

Nuevamente hay pequeños habitáculos por dentro de los cuales uno detecta (si mira en profundidad), pequeñas formas, de naturaleza redondeada, en sus extremos al menos. Pero no pendulan. No se mueven. No ruedan (circunstancia que perfectamente podría ocurrir, al ser redondeadas). El movimiento en pintura se puede con facilidad sugerir de tantas maneras. Simplemente estas pequeñas formas “están”. Habitan. Habitan ese espacio. No es poco. Estar en este mundo supone poseer una cierta clase de sustancia, un cierto volumen, un cierto peso ¿un aroma? ¿por qué no? ¿una fragancia? ¿un perfume, aunque sea desagradable? Y, por supuesto (y a esto quería llegar) supone un color. Y en este caso es lo decisivo. Como en casi todas las pinturas (no en los dibujos, por supuesto). Es lo más relevante (estamos en arte, no en escritura, si bien en la escritura el color también puede existir, ser fundamental). Se trata de figuras grises, parecidas a una sustancia de metal quizás. O bien a una sustancia que se parece a un metal pero pertenece a la naturaleza que brota espontáneamente guardada, arropada en su cavidad protectora. Podrían ser sustancias como las perlas. Capas protectoras que las segregan. Porque estas son cavidades que las podrían segregar. Son espacios por dentro de los cuales las formas con cabeza esférica o semiesférica, con algunos matices en sus colores, dan la impresión de contener variedad en su apariencia al menos ¿funcionará su organismo, si es que lo tienen, su organismo vivo, de modo también dispar? ¿funcionará su fisiología de modo dispar, si es que su cuerpo tiene vida o es un dispositivo apenas parecido al de una roca? En realidad, la gran pregunta que aspiro a formularme es: ¿crecen en ese interior? ¿de qué se nutren? ¿para qué nacen? ¿cuál es su objetivo? ¿tienen sentido o son parásitos? ¿son hongos? Esos hongos que en el mundo unas veces son comestibles, otras son venenosos, mortales. También está el musgo. Sustancias, seres que no cumplen una función primordial. Ya ven. Es todo incertidumbre.

El cuadro no puede ser más incierto: las matas, los brotes (de distintos colores) como pinches, que se entrelazan en ciertos casos, en otros se tocan, en otros están tremendamente distanciados, como enemistados los unos con los otros. En otros mantienen su individualidad. Su identidad. Se percibe una alteridad de unos respecto de otros. Las cabezas grises, empotradas en las cavidades color naranja o rojo fuego. Sí, fuego. Esta imagen nuevamente connota un diálogo visual entre la materia con la flama, la llama, el incendio, la fragua, la lava. La erupción. En fin. Son tantas las imágenes que remiten al fuego en sus variantes que sería interminable enumerarlas, iluminarlas. Pero hay luz. Se los puedo asegurar. En esa noche profunda hay luz. Hasta llegar a esas protuberancias grises, de identidad indiscernible. ¿Pero no estoy actuando de modo poco certero procurando mediante una mirada figurativa desentrañar el arte abstracto? Se trata de formas, figuras, contornos, sorprendentes parra quien no está acostumbrado a moverse entre signos. Signos pictóricos. Yo no soy un crítico arte, lo que me otorgaría poder. Me otorgaría crédito. Si yo fuera crítico de arte y alguien leyera este escrito que ustedes están leyendo en este preciso momento, le atribuiría una autoridad unívoca. Me investiría de credibilidad. Además de que se supone yo dispondría de saberes. De competencias en el sentido de un know how. He trabajado con fotógrafos. Con pintores poniéndoles palabras a sus colores, figuras, contornos, perspectivas, perímetros. Pero se trata de una cierta clase de tarea que un crítico literario, un escritor solo trabajan desde una poética. Su poética singular. En tanto que crítico literario, soy capaz de interpretar. Y hasta solo de hacerlo hasta un límite. El crítico literario interpreta literatura. Crítica y teoría literaria. No imágenes. Tampoco las plasma. Sí formula lecturas. En tanto que escritor, uno es capaz de elaborar, a través de su imaginación creativa, una cierta expresión de imágenes en términos verbales, hacia otro lenguaje: el del discurso hecho de palabras o frases. El universo de los textos no es el universo de las imágenes. ¿Lo logrará el intérprete intrépido? ¿lo ha logrado el escritor, el crítico literario? ¿será posible para un crítico, un escritor, el escritor que soy, dotar de imaginación creativa a un conjunto de obras plásticas? La hipótesis queda flotando en el aire. En una inquietante suspensión.

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