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Benjamin Furman

¿Arte en todos lados? No tan rapido…

La tecnología y la masificación de la información es un profundo cambio social que está afectando todas las esferas de nuestra vida, en todo momento. Este, como todo cambio social, es un arma de doble filo. Estamos muy concientes y agradecidos de sus beneficios (velocidad, conectividad con todo el mundo, acceso a información, educación, etc.) pero también debemos entender sus efectos negativos para poder, desde nuestra conciencia, minimizarlos. Pero las generalizaciones con respecto a este tema son demasiado amplias y vagas y no sirven de nada, ya que este fenómeno afecta de manera distinta a cada esfera de nuestra vida. Por eso en este artículo nos centraremos en la manera en que la tecnología y la masificación de la información afectan específicamente al arte, entendiendo por arte cualquier manifestación artística.

La gran parte del tiempo, ¿de dónde nos llega el arte? De la televisión, del mp3 en el celular, del computador, de la radio del auto, etc. La facilidad y cantidad de arte a nuestra disposición es virtualmente infinita, en todo momento, en todo lugar. El problema es que estos procesos suceden a tanta velocidad que como sociedad nos resulta imposible mantenernos al día. Debido a la cantidad, estamos sacrificando la calidad del arte. Pero no me refiero a la calidad de las obras de arte, sino me refiero a la sensibilidad y calidad de nuestra percepción artística. ¿Qué quiere decir esto?

Como he dicho en artículos anteriores, qué es y qué no es arte no se define por el artista o la obra, sino por la disposición mental del receptor. El canto de un pajarito (o el sonido de un motor) será arte para quien en ese momento lo escuche con disposición artística. El artista es el receptor. Dentro de esa percepción artística hay muchos niveles, hay percepciones más elevadas que otras. El nivel varía de persona en persona y también de momento en momento, y depende de muchos factores. Por ejemplo, hay momentos en los cuales estamos más inspirados y la misma canción que hace una semana no nos produjo mayor impacto, esta vez se ha convertido en una obra maestra, una catarsis sublime. En otras palabras el artista eres tú, y está en tus manos hacer la obra maestra. Claro que siempre habrá ciertas obras que resonarán más con cada cual, por diversos motivos, pero toda obra de arte está inconclusa hasta que el receptor la complete con su percepción.

En la calidad de la percepción sostengo que se encuentra el problema que agrava la tecnología y la masificación de la información en nuestra sociedad. Vivimos el día a día en la ilusión de que estamos siendo rodeados por arte constantemente. Pero esto no es más que una ilusión. Estamos tan acostumbrados a ser bombardeados con «arte» que creemos que el arte no requiere de un rol activo nuestro. Pensamos que el arte nos llega a pesar de que seamos totalmente pasivos, como quien se sienta a ver TV después de un día de trabajo. Decimos, «¡qué bien, mucho arte para mis sentidos, que venga más, mientras más mejor, soy una máquina que devora e incorpora (por osmosis) arte a su vida!» pero, un momento… ¿qué calidad tiene tu percepción, tu atención? ¿qué impacto real está teniendo ese arte sobre tí? En otras palabras… ¿es eso realmente arte, o son meros estímulos?

El llamado de este artículo es a ponerse en campaña para desarrollar nuestros sentidos hasta que sean todos ellos verdaderos artistas, y no caer en la comodidad y en un rol pasivo frente al arte. Porque en ese triste momento es donde el arte se reduce únicamente a ser entretención. Decir que el arte es entretención es como decir que un libro no es más que su portada, es sólo la punta del iceberg.

¿Cómo desarrollo mi percepción artística? Mecanismos hay muchos, y varían de persona en persona. Algunos ejemplos: a la hora del arte me enfoco, me hago conciente del presente y de la reacción de mi cuerpo y alma, pienso en la intención, pienso en posibles interpretaciones, converso al respecto con gente, investigo, me dejo llevar, recuerdo, olvido, pregunto, me detengo, admiro, disfruto, y un gran etcétera. En otras palabras, me tomo el arte en serio, me creo el cuento de que el arte es una cuestión seria que me puede afectar de maneras inesperadas, terapéuticas, bellas y profundas. Esto puede atestiguar cualquier persona que en su vida haya experimentado un momento de arte verdadero. Porque al final del día la importancia que le das al arte habla de la importancia que le das a tu propia felicidad. ¿Quieres una vida con obras maestras, o te vas a conformar con obras mediocres?

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