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paola maita

El amor en los tiempos de revolución

“El amor era amor en cualquier tiempo y en cualquier parte”

El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez

En menos de 24 horas, me han contado cinco historias de amor, diferentes y grandiosas, cada una a su modo, pero unidas geográficamente. Todas en Valencia, en medio de un país cuyo nombre, en este momento, es sinónimo de caos: Venezuela. La primera es un amor un tanto imposible, en este momento, por circunstancias personales, siendo una de ellas la migración; la segunda, transcurre sin mayor contratiempos hasta donde sé, en la tercera hay planes en un futuro muy próximo de mudarse, la cuarta es un affaire transfronterizo, y la quinta es la de una amiga que cortó con su novia porque se fue del país pero que ahora está enamorada de alguien que está aquí. Eso por sólo considerar estas cinco que son recientes, pero además tengo a mi cuñado y su novia en una relación a distancia, a dos amigas embarazadas en medio de esta situación, y a un amigo que vive en USA que me pidió ser madrina de su boda dentro de dos años y al que no pude dar la certeza de estar ahí porque… Venezuela. ¿Hay amor en medio del Socialismo del siglo XXI?

Las noticias que nos llegan a diario, sobre todo en estas últimas dos semanas, son las más desesperanzadoras que he vivido en mi vida, pero aún en medio de eso, sigo escuchando historias de amor: Personas que nos enamoramos y hacemos planes, a pesar del país.

A mi generación, y muy posiblemente a la siguiente también, nos tocó introducir en la cultura popular venezolana un concepto que hasta hace unos años conocíamos sólo por referencia: la vida del emigrante, esa que implica familias divididas, amistades de la infancia regadas por varios continentes (casi podemos jugar bingo con los países donde tenemos a alguien conocido), amores que, por un lado son a distancia, que a veces se vuelven imposibles porque “me tengo que ir” y “aquí no podemos vivir así”, o en otros casos dicen “vamos a darle, ¿qué vamos a esperar?”, rogando que el destino esté de su parte.

Creía que Romeo y Julieta era trágico, hasta que comencé a prestar más atención a los cuentos de mis amigos. ¿Será que el crecer viendo novelas nos dejó alguna afición enfermiza por el regusto de lo dramático?

No lo creo. Esto va más allá del drama barato e innecesario. Supongo que a quienes nos ha tocado amarnos en medio de “revoluciones” hemos tenido que aprender a meter el amor en una maleta y a mandar cariño en barquitos y aviones que no son de papel.

No nos concibo como víctimas de las circunstancias históricas, sino como un producto de ellas. En medio de situaciones sociopolíticas adversas, hemos de encontrar un asidero, y si para ello, hemos de reformar la manera de amar, que venga un amor que nos salve y que funcione. Sin cursilerías ni lugares comunes, sólo para lo que nos da la vida.

Quizás la respuesta sea la que nos dio Oasis hace unos años, comenzar una revolución desde la cama.

(Dedicado a los amantes en revolución)


Photo Credits: Laura Betancourt

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