Los ciudadanos de las sociedades posmodernas nos damos cuenta de nuestra vulnerabilidad. La dependencia del petróleo, la falta de agua potable y los efectos del calentamiento son solamente algunos de los problemas que estamos enfrentando. Surge entonces la pregunta: ¿estamos al borde de la extinción? Los expertos dicen que nos queda poco tiempo para hacer cambios sustantivos. ¡Qué paradoja!, a pesar de la evolución de la humanidad, de los avances de la ciencia y en el campo de la inteligencia artificial, la tecnología es incapaz de controlar esas amenazas. Entramos en una nueva etapa de la era tecnológica con el potencial de desafiar nuestro futuro como nunca antes. Son amenazas para las cuales no tenemos historial de supervivencia. Las principales se agrupan en cinco áreas: *pobreza, enfermedades infecciosas. *Deterioro medioambiental. *Conflictos armados: proliferación de armas nucleares, biológicas y químicas. * Terrorismo y, delincuencia organizada. El astrofísico británico Martin Rees afirmó: “este es el primer siglo en la historia del mundo, en el cual el riesgo más grande viene de la humanidad” Vivimos en sociedades interconectadas, las noticias y rumores se difunden a la velocidad de la luz y como individuos nos preocupamos por cuestiones que nos afectan en lo inmediato tales como la economía, la seguridad, los alimentos, la movilidad y en consecuencia la dependencia de la gasolina.
Desde hace años los investigadores nos alertan que, de no cambiar las actitudes humanas, en pocos años sufriremos una catástrofe. Los optimistas difunden temas de espiritualidad para que tomemos consciencia de la responsabilidad de cada uno de nosotros. La condición humana tiene que evolucionar y ser más responsable. El científico, biólogo y filósofo chileno Maturana, utiliza el término autopoiesis (creación). Crearse a uno mismo. Los seres humanos somos sistemas moleculares que nos producimos a nosotros mismos como sistemas. Según esa teoría, todo ser vivo es un sistema molecular cerrado que está continuamente creándose a sí mismo, reparándose, y modificándose. El ejemplo más simple es el de una herida, una úlcera que sana por sí misma. Los seres vivos mantienen su forma mediante el continuo intercambio y flujo de componentes químicos, los cuales son creados por el propio sistema. Estamos en un punto crucial en cuanto al abuso de fármacos, que suprimen la autopoiesis, esa capacidad del organismo de curarse a sí mismo.
En lo que se refiere a la educación de los niños, es fundamental la conducta de los adultos. Los niños se transforman en la convivencia y dependen de los modelos que transmiten sus padres, no solo en el espacio relacional, material, sino en el espacio psíquico. Es un hecho: vivimos la “era del vacío” sufrimos ansiedad y miedo, enfrentamos todo como si fuera un problema, la salud, la comunicación, el trabajo, hasta al amor. Es importante involucrarnos en los problemas sociales y en la política o corremos el riesgo de ser gobernados por los peores seres humanos, los enfermos de poder, carentes de empatía, a quienes no les importa los que sufren. Es lo que nos espera en un futuro si no cambiamos el estilo de vida.