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Sergio Marentes
viceversa

Al otro lado del reflejo hay alguien guardándole la espalda   

Mientras algunos afirman que el calentamiento global es un invento chino, aunque en verdad, casi todo lo es, la mismísima China crea la planta solar flotante más grande del mundo, precisamente sobre la superficie de su mar y no en el de otro, invadiéndolo o explotándolo con cara de yo no fui. Mientras unos dicen que no se crean parques eólicos porque los vientos fuertes no son confiables y suelen cambiar de rumbo y de horario laboral, en algún lugar del mundo, un país tan chico como mi ciudad, ejecuta un proyecto energético que, gracias a sus pocos e infrecuentes vientos, cubre casi la totalidad de demanda de la población a un costo tan bajo que haría llorar a todos los corruptos del mundo. Mientras algunos prometen lo que ni siquiera un dios es capaz de cumplir, en algún rincón anónimo hay valientes logrando lo imposible con sus dos manos apenas, su mentalidad infinita y su pecho gigante. Sucede lo mismo con las letras, por hablar de lo que nos compete ahora mismo, mientras unos las escriben en soledad otros las leen junto a algo o alguien, mientras unos las estudian en una oficina rancia otros las inventan en la libertad de la calle.

Hablando de palabras, y de energía, que son lo mismo, quiero dejar constancia aquí de mi intelectualidad en varias de ellas desde que tengo memoria. No diré cuáles, porque para qué, pero atestiguo que es más común de lo que se cree, además de reconfortante, el hecho de llamar algo por el nombre que le pongamos y no por el que usa el resto del mundo. Además agregar que es invaluable el hecho de que nadie más sepa de qué hablamos cuando mencionamos algo en sueños o cuando somos espiados. Y ni hablar de cuando nos dedicamos a escribir y, rompiendo paradigmas y una que otra nariz académica, creamos una palabra que, por razones diferentes nos salió en un momento único de lucidez y la escribimos impunemente. Así como cuando, de repente, nos encontramos con una de ellas en algún texto aleatorio que leemos y, sin poder explicarlo, algo cambia en nosotros para siempre. Esa sensación de hallar una nueva palabra, como la de ver que otro es capaz de hacer lo que nosotros no somos capaces, debería tener una palabra para describirlo. En mi caso la tiene, y en el de ustedes también, pero no nos revelemos secretos inconfesables, que para eso no es que existe la literatura ni la vida.


Photo Credits: iamme ubeyou

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