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the new york times
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Adiós al New York Times en español

La lógica económica no conoce matices. Cualquier proyecto, por más exitoso que sea, debe producir ingresos que justifiquen su continuación. Una ecuación que es casi imposible respetar cuando de cultura se trata.

En nuestros países lo más normal es ver a los artistas, escritores, dramaturgos, actores, tener dos vidas paralelas, una para ganar el sustento cotidiano y otra para crear. Generalmente esta última es la que roba horas al sueño y a la diversión.

Poco importa la certeza de que sin ese mundo que la cultura agrega al mundo, nuestras existencias serían mucho más tristes, grises y vacías. La mayoría de los financistas y empresarios prefieren invertir en sectores que consideran más rentables que financiar iniciativas culturales que, las más de las veces, no reportan dividendos.

El mundo de los medios de comunicación no constituye una excepción. Si por un lado florecen y se expanden las “fake news” ocasionando profundos daños en nuestra sociedad, por el otro languidecen los medios de comunicación independientes y serios.

Es una realidad que en Estados Unidos se vuelve particularmente dura. Sobre todo porque, según indica un estudio del Pew Research Center, en 2018 los medios de comunicación registraron una caída tanto en el número de lectores como en el de anunciantes.

En los diarios nacionales de grande trayectoria e historia como el New York Times conviven dos mundos paralelos, el de los periodistas y el de los administradores. Por más excelente que sea el trabajo periodístico en un determinado sector, si la administración considera que no es rentable, acaba con él.

Es lo que ha pasado con el New York Times en español. A pesar del excelente trabajo realizado desde su nacimiento en 2016, a pesar del impacto positivo que tuvo en la gran comunidad de habla hispana que vive en Estados Unidos, y no obstante su amplia difusión en toda América Latina, la junta directiva del New York Times decidió suspender su publicación al considerar que no era “financieramente exitosa”.

La noticia nos entristece profundamente no solamente porque en esas páginas leímos a muchas de las mejores firmas de América Latina y de la comunidad hispana en Estados Unidos, sino porque esa publicación representaba el primer reconocimiento importante a una comunidad que ocupa un lugar cada vez más relevante en el mundo cultural, científico, universitario, económico de Estados Unidos.

Quizás debamos también reflexionar sobre nuestra responsabilidad. Pareciera que quienes leíamos el New York Times en español, y creemos que nuestra comunidad merece medios escritos y dirigidos por periodistas de excelencia, fuimos incapaces de respaldar debidamente esta publicación. Quizás debamos detenernos, más en general, sobre la capacidad que tenemos de defender nuestra cultura, nuestro idioma y nuestro lugar en esta sociedad.

La decisión draconiana de suprimir el New York Times en español llega justo en un momento en el cual más apoyo y solidaridad necesita la comunidad latinoamericana en Estados Unidos. Aceptarla en silencio es, de alguna manera, avalarla o no considerarla tan grave como en realidad es.

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