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Abuelas empoderadas

Cuando hablamos de abuelos pienso sobre todo en las abuelas em-po-de-ra-das. Me refiero a aquellas que, a pesar de que tienen más de 70 años, siguen igual de activas que hace tres décadas. No hay nada más estimulante que escucharlas hablar de sus proyectos, de sus empresas o de su futuro lleno de retos y desafíos. Para muchas de ellas, no ha sido fácil llegar hasta donde han llegado. A lo largo de su vida, se han encontrado con muchos obstáculos, divorcios, decepciones y hasta situaciones financieras verdaderamente difíciles.

Hemos de decir que sus nietos ya están acostumbrados a verlas ocupadas, siempre corriendo y sosteniendo interminables llamadas telefónicas desde su celular con clientes, bancos o socios. Las más exitosas son las más consentidoras, por eso a esas abuelas tan empoderadas les perdonan todo: que lleguen tarde a sus cumpleaños, que ya no tengan tan presentes sus promesas hechas hace una eternidad y que de repente les anuncien que ahora sí les bloquearon por enésima vez su tarjeta. Para estos nietos, no les importa tener una abuela tan descosida, con tal de que no deje de llevarlos al cine y de escuchar sus conclusiones acerca de la película que acaban de ver.

Respecto a los nietos más grandes, aquellos que tienen más de 15 o 18 años, les encanta hablar de política con la abuela. Les encantan sus conjeturas a veces muy excéntricas, pero a la vez le agradecen que los ponga al tanto de lo que sucede en el país. «Como saben siempre me han gustado las películas con happy end; sobre todo cuando el final es totalmente inesperado, nada previsible y muy esperanzador. ¿Qué tal llora su abuela con las películas románticas? ¿Qué tal vibro con las de misterio? ¿Y qué tal sufro con las que tienen un final triste?

Estas abuelas tan aceleradas suelen cambiar de tema a la velocidad del rayo. Así como les explican a sus nietos sobre política exterior, igual les comentan con lujo de detalle los recientes escándalos de los curas pedófilos de Irlanda o la serie de La casa de las flores. «¿Quiénes de ustedes ya fumaron marihuana?», les preguntan a sus nietos muertas de la risa. «¿No tienes novia? ¿A poco eres gay?». De allí que sus hijos, nueras o yernos no siempre aprueban sus temas de conversación. Temen que confundan a sus hijos o que les metan ideas extrañas. «¿Quién te dijo todas esas tonterías?», preguntan las mamás a los hijos adolescentes. «Mi abuela», contestan a sabiendas que provocarán un grave conflicto entre su mami y su abuelita. Para colmo estas abuelas empoderadas hace mucho dejaron de ir a misa, hace años que no se confiesan e, incluso, muchas de ellas están casadas por segunda vez, o bien, viven sin estarlo, con su pareja. Obvio, no saben tejer, ni cocinar y son pésimas amas de casa. Lo que sucede es que siempre están muy ocupadas por el trabajo, por sus compromisos sociales, o porque les urge ir al salón de belleza a hacerse sus «raíces».

Son tan seductoras estas a-buelas empoderadas que los nietos las prefieren a la abuela tradicional y más conservadora. «Yo, con la mamá de mi papá, siempre me aburro. No tengo nada de que platicar con ella. Siempre está como de mal humor y, cuando voy a su casa, me paso todo el tiempo viendo la tele. Además, a fuerzas quiere llevarme a misa y yo no quiero ir».

¿Serán más longevas las abuelas empoderadas que las clásicas?

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