En la veterana sala de Andamio 90 – fundada por la gran actriz argentina Alejandra Boero el 9 de diciembre de 1990- situada en la calle Paraná 660 de Buenos Aires, Argentina, se repuso recientemente la obra “Abandonemos toda esperanza”, una inteligente versión del clásico “En Familia”, de Florencio Sánchez. Escrita en 1905 por el autor uruguayo, sus personajes y su acción dramática adquieren nueva vida –y renovada contundencia- gracias al talento del director teatral y dramaturgo Alfredo Martin y el destacado elenco que la sube a escena.
Nuevamente a sala llena en su segunda temporada, la versión de Martin –un autor y director de ya dilatada y reconocida presencia en la escena porteña- subraya la crisis que afecta a una familia de la clase media argentina, acertadamente reubicada por su tratamiento del clásico rioplatense en los años ’30. Es un desplazamiento temporal que acentúa la atmósfera de corrupción que, desde lo individual hasta lo general, enlodaba la época. La debacle moral del grupo familiar es el efectivo reflejo de la entera sociedad de la que forma parte.
Si bien Jorge -el padre de familia magistralmente interpretado por Marcelo Bucossi- un juerguista incorregible e hipócrita, es quien lleva de la mano hacia la ruina y la perdición a todo el conjunto, cada miembro de su familia, en mayor o menor grado, acentúa con ricos y sórdidos matices el derrumbe de toda la institución, cuando los postulados de sus pretendidos valores se muestran como meras máscaras vacías de todo contenido real, simples coartadas para encubrir la descomposición social que es su genuino rostro.
La destacable fluidez de los diálogos, el intenso ritmo que recorre la versión de Alfredo Martin, dinamizan y enriquecen el texto original, al que ha sumado dos personajes sumamente efectivos: el cínico Antonio –un gran trabajo el actor Gustavo Reverdito- quien funge como secretario de un personajón importante y es paralelamente un proxeneta, el nexo no menos corrupto entre el grupo familiar y la inmoralidad reinante en la esfera exterior a este; y también la criada Asunción –hay que agradecerle a la actriz Lorena Székely su interpretación- vilmente explotada y reiteradamente humillada por todos los demás, mientras continúan su juego de inconducentes apariencias.
Otros de los encantos que le adosa Martin al asunto general es la referencia al radioteatro, pasión de la época en que reubicó la acción dramática, y la aceitada presencia del humor, de la que el versionista se vale para remarcar el áspero contraste entre la realidad hacia la que se precipitan los personajes y las fantasías que esperan sostener. Un humor amargo pero muy efectivo, que ofrece matices muy bien recibidos desde la platea.
En suma: la nueva puesta en escena de “Abandonemos toda esperanza” se ofrece como una de las mejores alternativas dentro de la variada oferta teatral de Buenos Aires, cuando el talento interpretativo de todo el elenco se ha sumado tan acertadamente a la personal y acertada visión dramática de Alfredo Martin. Se trata de una perspectiva que dispara desde el pasado para interpelar al presente, y que nos lleva a preguntarnos cuánto ha cambiado o se ha agravado con el paso del tiempo, indefectiblemente para mal de la sociedad y del individuo.