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frederich holderlin
Photo by: tomaradze ©

250 años del nacimiento de Friedrich Hölderlin: el profeta del Logos

Florentino Díaz Ahumada. Lima, Perú, 1976. Estudió literatura, medicina tradicional oriental y maestría en Escritura Creativa. Ha publicado los poemarios Inmanencia (1998); Transmutación de la ciudad (2002) La Revolución de los peces (2007); 28:versión 1.0 (2013); Danza para las calles que tiemblan (2016), Ciudad Poética (2020), Convivium: Interfaz de Sanación Poética (2020) con Enrique Bernales Albites. Actualmente su trabajo, como Regidor Metropolitano de Lima y Presidente de la Comisión Metropolitana de Educación y Cultura, está orientado a la búsqueda de conexiones entre la actividad de gestión para la ciudad y la dimensión poética.

 

enrique bernales

 

Tengo entendido, estimado Florentino que se está preparando un homenaje en Perú por los 250 años de una de las voces más transcendentales de la poesía universal.

Así es. Estamos articulando esfuerzos entre la Comisión Metropolitana de Educación y Cultura de Lima, que ahora estoy presidiendo, como Regidor Metropolitano y el Municipio de Miraflores, para desarrollar un homenaje que muestre la actualidad y profundidad de lo que el gran poeta del Hiperión tiene para nosotros. Esperamos realizarlo a fines de octubre e inicios de noviembre. Son un cuarto de milenio desde que apareció, dando luz al mundo, este genial poeta de todos los tiempos. La influencia de Hölderlin puede resultar verdaderamente muy importante, para nuestras generaciones más jóvenes, puesto que su obra aborda aquello esencial humano: la amistad, la belleza, lo sagrado.

 

¿Cómo te nació la fascinación por la poesía de Hölderlin, de quien Heidegger precisaba que era el más grande poeta de la tierra?

Mi conexión con Hölderlin nace de una profunda necesidad espiritual. En el año 1997, me encontraba en una situación personal de crisis y de búsqueda para colmar aquellas inquietudes que agitaban mi alma. Asimismo, la pronta asimilación de la cotidianeidad a las mecánicas económicas neoliberales, nuestra existencia sumida en un gobierno dictatorial y la precariedad en aumento de nuestra sociedad, acongojaba intensamente a los jóvenes que, como yo en aquellos años, tratábamos de mirar la vida con un sentido más alto que el puramente instrumental y productivo. Hölderlin llegó a mi ser con la vastedad de su Mirada, la intimidad de su palabra, el regocijo inmanente de sus versos.

 

¿Cuál es el mensaje que nos trae Hölderlin en estos tiempos de pandemia y virus, recuerdo esos versos inmanentes: “Weiß ich nicht und wozu Dichter in dürftiger Zeit?” [traducido como: “luego, ¿para qué poetas en un tiempo de penuria?”] de ese poema maravilloso a los Dioses y al Absoluto, “Brod und Wein”, “Pan y vino”?

Para estos tiempos, afirmaría que Hölderlin es vital. Toda miseria implica siempre un radical olvido de nuestro vínculo con las maravillosas fuerzas del cosmos y la tierra. Tal olvido es ahora muy evidente y allí radica la relevancia del vidente alemán para estos tiempos. Como Dante Alighieri, como Yalal Al din Rumi, como Hildergarda de Bingen o como las revolucionarias Beguinas o tantos otros seres — mujeres y hombres que han sabido ofrecer el canto de la evocación de nuestro ser, del sentido de nuestro ser, del temblor luminosos — Hölderlin siente la presencia del Logos en su materialidad, en toda su corporalidad: fuente misma de su poesía. Esa experiencia del cuerpo y el Logos es la poesía de Hölderlin y hoy es imprescindible. 

 

¿Crees, Florentino, que estos tiempos nos sorprendan con poetas que sinteticen la profecía y el amor por lo sagrado como lo hizo Hölderlin hace 250 años?

Creo que el sustento de todo tiempo es precisamente la existencia de tales seres y su correspondiente cantar. Que nuestra humanidad permanezca — tal como la contemplamos —  aún en su posibilidad de redimir su naturaleza creadora, solidaria y de asombro ante el misterio, se debe a que existen “poetas”. Es decir, aquellas personas (la mayoría anónima), cuyos gestos, espiritualidad y corazón entregado a la gracia de la vida, irradian en la tierra una generosa comprensión sustentadora de todo lo preciosamente humano. A veces la síntesis se expresa en libros, pero, debo decir que la mayoría de veces se expresa en la vida misma. 

 

Hölderlin vivió por un tiempo en esas cumbres del misterio de la locura. La era que habitó fue una de tránsito precipitado hacia el racionalismo y cientificismo, sin embargo, se conservaba cierta fascinación por la alteración del estado humano, el que le permitió entrar en diálogo con otros conocimientos. Vivimos tiempos completamente distintos, donde las nuevas tecnologías, los sistemas económicos y el vértigo de la modernidad y la sociedad de consumo no ofrecen descanso a la salud mental del hombre, ¿piensas que el quehacer artístico y la escritura, en particular, activen en estos tiempos prácticas de curación? ¿Qué recomendaciones, sabiendo que eres un profesional de la medicina tradicional china y de la acupuntura, nos puedes ofrecer sobre el arte y el quehacer artístico como una práctica favorable para el cuidado de la salud mental?

Arte y salud siempre han sido una unidad. En otras palabras, la posibilidad de una obra realizada desde la intermediación de las fuerzas sagradas del universo: primero fueron los chamanes, luego los médicos, ahora son los ingenieros genéticos (esta vez despojados de la percepción del ánima sutil de toda existencia). El destierro de la visión animista, el predominio de un acercamiento irrespetuoso, dominador, explotador por nuestra parte ha generado un tremendo desequilibrio en la comunidad humana global.

En esa intermediación, es tocado a veces, el poeta por lo que Hölderlin llamaba, “el rayo de Apolo”: un desbordamiento de la capacidad de articular, en el psiquismo, la experiencia que el ser está viviendo. Desde la sabiduría oriental, el psiquismo es el Shen, y lo conforman la energía de los cinco órganos del cuerpo. De ese modo, todo lo que estamos haciendo, respirando, amando o no, afecta directamente la esencia que nutre nuestra mente. La salud no es un ámbito al que debamos prestar atención, como algo separado de un estilo de vida, de una forma de sentir el mundo. Al experimentar las profundidades de nuestro mundo, encontraremos un nuevo sentido y recobraremos la unidad.


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